EL DESAFIANTE VIAJE DOCTORAL
Irma Barquet
Sebastián
Agrado
Los trabajos
de investigación que permiten alcanzar el grado en cualquier doctorado,
implican el vínculo entre asesores o directores de tesis y tesistas o
doctorantes. Es menester formar un estrecho equipo para sacar adelante la
investigación y plasmarla en un documento académico que exigen las
instituciones de educación superior que tienen disponibles los programas de
doctorado, en su oferta educativa.
En plena
pandemia por la COVID-19, tuvimos una magnífica experiencia en el desarrollo de
una tesis doctoral, en la que fuimos protagonistas: Sebastián, como doctorante
asignado y yo, como directora de la investigación. La fusión del trabajo que
desarrollamos ambos y sus resultados fueron muy exitosos, pues a esta fecha y después
de pasar por los protocolos académicos, él ya obtuvo el grado de Doctor en Ciencias
de la Educación.
En esta
ocasión, comparto la opinión acerca del proceso que vivimos durante dos años, en
el desarrollo de dicho documento doctoral, “de viva voz” de Sebastián, basado
no solo en el compromiso académico en sí, sino en otros aspectos de su
dimensión personal, tales como la motivación que lo llevó a tomar la decisión
de cursar el doctorado; los aspectos de su vida que han sido afectados a partir
del doctorado; la forma en que ha incidido en el mejoramiento del ámbito
educativo donde se desempeña; lo que ha aportado para el crecimiento de la
institución y de sus estudiantes, y lo valioso que ha sido para él tener el
grado de doctor dentro su propio entorno.
Sebastián
nos lo cuenta como:
EL
DESAFIANTE VIAJE DOCTORAL Y SU TINTE DE AUTODESCUBRIMIENTO PERSONAL Y
PROFESIONAL
Era marzo de 2023, y tras seis años de esfuerzo y
perseverancia, logré culminar mi doctorado en Ciencias de la Educación en una
Universidad mexicana, cuya modalidad a distancia me permitió estudiar el
mencionado programa, ya que radico en mi Colombia natal.
Había iniciado este viaje académico en diciembre de 2017,
impulsado por una pasión insaciable por la enseñanza y el deseo de transformar
la experiencia educativa de mis estudiantes. A lo largo de este proceso,
enfrenté la crisis sanitaria global del COVID-19, que planteó innumerables
retos, pero también me ofreció la oportunidad de innovar y reflexionar
profundamente sobre mi labor como educador. La travesía hacia el doctorado no
solo significó un logro académico, sino también una experiencia transformadora
que impactó mi vida personal, mi práctica profesional y el entorno educativo en
el que me desempeño.
Tomar la decisión de cursar un doctorado en Ciencias de
la Educación fue un paso audaz, motivado por la observación de una necesidad
evidente en el aula: los métodos tradicionales ya no lograban captar la
atención ni estimular adecuadamente a mis estudiantes. A medida que avanzaba en
mi carrera docente, sentía una creciente urgencia por encontrar formas
innovadoras de enseñar, especialmente en temas complejos como los números
racionales, que a menudo representaban un desafío significativo para los
alumnos de séptimo grado (del nivel básico). Fue entonces cuando me topé con el
modelo de curso en línea privado (SPOC, por sus siglas en inglés) y su
potencial para revolucionar la forma en que se enseñan y aprenden las
matemáticas.
Mi tesis doctoral, centrada en analizar el impacto del
modelo SPOC pero con una base gamificada que titulé gSPOC, implementada en la
plataforma Classcraft, se convirtió en el núcleo de mi investigación.
Quería demostrar que la gamificación podría no solo
aumentar la motivación de los estudiantes, sino también desarrollar la
comprensión de los conceptos matemáticos fundamentales. Trabajé con un grupo
experimental que utilizó el programa gSPOC y un grupo de control que siguió el
enfoque pedagógico tradicional. Los resultados fueron esclarecedores: mientras
que ambos grupos mejoraron en las pruebas internas de la institución, los
estudiantes del grupo experimental mostraron un incremento del 100% en sus
niveles de motivación, evidenciando el poder transformador de un enfoque
gamificado que impactó en su rendimiento escolar.
A medida que avanzaba en mi investigación, me sumergí
cada vez más en un proceso de autodescubrimiento. El doctorado no solo me
proporcionó conocimientos avanzados sobre metodologías educativas innovadoras,
sino que también me ayudó a desarrollar habilidades críticas como la gestión
del tiempo y la resiliencia emocional, especialmente en un período tan incierto
como el de la pandemia. En el ámbito profesional, este proceso me permitió
repensar mi rol como educador y me impulsó a implementar cambios significativos
en mi práctica docente.
El impacto de esta experiencia no se limitó a mi
desarrollo personal. En la institución educativa, donde desempeño mi labor
docente, los cambios fueron palpables. Inspirado por los resultados de mi
investigación, introduje el modelo gSPOC en el currículo de matemáticas. La
respuesta fue inmediata: los estudiantes no solo mostraron una mayor
disposición hacia el aprendizaje, sino que también comenzaron a ver las
matemáticas desde una perspectiva diferente, más accesible y entretenida. Este eficaz
cambio animó a otros docentes a explorar nuevas metodologías pedagógicas, preocupados
por crear un ambiente de innovación y colaboración en la institución.
El aprovechamiento estudiantil de los grupos que atiendo,
proporcionó una nueva perspectiva a la comunidad educativa. Los resultados de
mi tesis se convirtieron en un punto de referencia para otros educadores que
buscaban formas de mejorar la enseñanza y el aprendizaje. Mi investigación
ofreció evidencia concreta en la posibilidad de aumentar la motivación y el
rendimiento académico a través de estrategias pedagógicas no convencionales y
analizar el statu quo de la educación tradicional.
Reflexiono sobre mi viaje doctoral y me doy cuenta que el
valor de este título va más allá del reconocimiento académico. Ha sido un
recurso incomparable que me ha permitido transformar mi entorno personal y
profesional: Como educador, me ha dado la confianza para innovar y
experimentar, consciente que los resultados pueden ser significativamente
positivos. En mi vida personal, me ha enseñado el poder de la perseverancia y
la importancia de adaptarse a los cambios, habilidades que ahora transmito a
mis estudiantes.
Hoy, al mirar atrás, entiendo que el doctorado fue más
que un logro académico; fue un camino de autodescubrimiento y crecimiento que
me ha permitido impactar positivamente en mi comunidad educativa. Me ha
mostrado que, incluso en tiempos de adversidad, la educación sigue siendo una
herramienta poderosa para el cambio. Y, en última instancia, ha reafirmado mi
convicción y mi pasión por enseñar y aprender como la clave para superar
cualquier obstáculo. La educación, con todas sus complejidades y retos, es, como
siempre, el camino hacia un futuro más brillante y prometedor para todos.
Las palabras de Sebastián son muy
alentadoras para quienes decidan continuar su formación académica y vivir la
aventura de un posgrado, con todas las implicaciones de disposición, de tiempo
y de recursos económicos, principalmente, aunque también exige un bagaje de
conocimientos y habilidades que se ponen a prueba.
Mi experiencia como directora de la
tesis doctoral de Sebastián significó mucho aprendizaje, pero lo más importante:
fue muy grato tenerlo como tesista, pues cuando menciona la perseverancia que
lo caracteriza, es serio, pues es una de las cualidades que puso en juego y favorecieron
este proceso.
Gracias, Sebastián, por compartir tu experiencia.
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https://irmabarquetcomparte.blogspot.com/2016/01/atributos-del-investigador-educativo.html
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Felicidades a los dos por su entusiasmo y entrega!!!
ResponderBorrarÁnimo!!!