LOS PACHUCOS

Elaborado por: IRMA A. BARQUET RODRÍGUEZ

Uno de mis actores favoritos del cine mexicano, es, sin duda, Tin Tán. He visto muchas de sus películas, en ocasiones hasta las he vuelto a ver y me parecen divertidísimas. Considero que los personajes que representó en su filmografía fueron geniales. Esas parodias que solía interpretar, eran, de alguna manera, el retrato vivo de los mexicanos de esa época y de sus circunstancias.

Tenía la gracia de la improvisación y siempre oportuno en sus comentarios, fuera del diálogo marcado en el guión cinematográfico. Con la chispa del albur fino a veces, y no tanto en otras ocasiones. La gesticulación y el lenguaje no verbal que utilizaba, complementaban los cuadros y las escenas, con un toque excepcional.

Tin Tán fue la mejor personificación de los “pachucos”, por la influencia recibida de su residencia en la frontera mexicana. Además, la imagen del pachuco estaba muy marginada por la sociedad de los años 40 y 50.


El Diccionario Etimológico de la Lengua Mexicana “Lengua Larga”, dice que el término se acuñó con referencia a quienes daban el “pasuco”, que alude a los movimientos de los pies al caminar, dirigidos hacia El Paso, Texas, en donde inició la tendencia de los pachucos.

Esa misma fuente dice que, la palabra pachuco, posiblemente se debe a la leyenda de un personaje a quien así llamaban porque era originario de Pachuca, Hidalgo, México.

Socialmente, los pachucos eran residentes estadounidenses de origen mexicano, que adoptaron una forma de vestir que los distinguía de las demás personas, con atuendos llamativos. Usaban Zoot Suit.

Este traje consistía en pantalones “baggies” muy bombachos pero ajustados en la cintura y en los tobillos, sostenidos con tirantes elásticos que lucían sobre la camisa perfectamente planchada, el saco “zut” era largo casi hasta las rodillas, con solapas y hombreras anchas, mismas que podían causar como efecto visual, un aspecto atlético de quien lo portaba.

Habitualmente se ponían un sombrero de ala amplia coronado por una pluma como principal adorno. Los zapatos eran todo un deleite, de un estilo afrancesado, con dos colores, normalmente blanco y negro, sumamente lustrosos. El metro y medio de leontina acicalaba el ropaje, por si algún detalle hacía falta.

Los pachucos impusieron la moda musical. Sonaba el mambo, el swing y el boogie-boogie, ritmos que hacían vibrar los cuerpos, los corazones de los excelentes bailarines. Relumbraban los zapatos bicolores y volaban las solapas del zut, parecían malabaristas en la pista, hacían gala de los sofisticados pasos que tenían ensayados para lucirlos en los bailes. La música llenaba los espacios y no existía nada más que las parejas, parecían de concurso.

Su comunicación era por medio del caló chicano, para asegurarse que solamente entre ellos habría comprensión. Este tipo de lenguaje era utilizado con la intención de ocultar lo que decían. El caló también se llama caliche. Algunas palabras comunes en este código son: “chántate la charola” (cállate la boca), “bajita la baisa” (bajita la mano), “fusca” (pistola), “primo” (tonto), “tacuche” (traje), “chante” (casa), “carnales” (hermanos).

Las actitudes así como el lenguaje corporal eran exagerados, el acompañamiento ideal a sus manifestaciones distintivas, como si fuera insuficiente el aparatoso atavío, tenían que darse a notar en la forma de hablar y de moverse.

Octavio Paz, en El Laberinto de la Soledad, alude a este personaje de la siguiente forma: “El pachuco no quiere volver a su origen mexicano; tampoco –al menos en apariencia- desea fundirse en la vida estadounidense. Todo en él es impulso que se niega a sí mismo, nudo de contradicciones, enigma. Y el primer enigma es su nombre mismo: pachuco, vocablo de incierta filiación, que dice nada y dice todo… Queramos o no, estos seres son mexicanos, uno de los extremos al que puede llegar el mexicano”.

Ante dichas palabras cultísimas, de quien ganó un premio nobel de literatura, seguramente mi querido Tin Tán diría: “Adiós aves canoras, adiós lago de Chapultepec, adiós ahuehuetes repletos de heno, adiós... ¡Adiós muchachas!, aquí está su pachucote. Adiós todo mundo ¡Nooo!...” (Diálogo de la película Calabacitas tiernas, con Tin Tán, 1948).

Pero, si hago caso a mi fértil imaginación, me gustaría dibujar la versión femenina de los pachucos… ¡Ah, empresa harto difícil!… Supongo que en esta exégesis de las mujeres de aquella época, seguramente portaban “Sweet Suit”, con faldas y pantalones no tan amplios, que no requerían de tirantes para sostenerlos, pues contaban con “dos poderosas razones”. El saco ceñido para dar la forma acinturada a su cuerpo.

De colores muy llamativos como azules, rosas, verdes, que se veían contrastantes y sugerentes. Los zapatos con un ligero tacón que levantaba unos 4 centímetros del piso. Siempre de blusas blancas estrechas que dejaban notar sus encantos.

Las “pachucas” estarían actualizadas en cuanto a los pasos de baile de la música que sonaba en esa época. Les gustaba bailar y hacer buenas parejas con los pachucos que se las daban de ser los que se imponían, sin darse cuenta que ellas eran las meras meras.

Entre las pachucas, había conmovedores diálogos como “En el baile, lo dejé bien picado. Si no me llama mañana, se lo lleva pifas”. “Quería que me echara una cerbatana, pero salieron corriendo porque llegó la chota”.

“No seas chambona, pachuquita, ni te des tanto tu taco, acércame la trompita para darte un picorete”, le diría un pachuco, con alarde de sus habilidades de gandul. “Si ya sábanas, paquetes d’hilo”.

Como siempre, las mujeres son personas que marcan momentos particulares en la historia, supongo que ellas también hacían valer su origen a través de su apariencia y de su comportamiento, legitimar el movimiento social de su época y apoyar a sus pachucos.

Sin perder su esencia, ni su naturaleza, siempre presuntuosa de su femineidad, con su dulce lenguaje corporal, como una gran compañera y ejemplo de su identidad cultural como chicana.

Los pachucos con sus mujeres, marcaron toda una época.


Comentarios

  1. Felicitaciones por tu nuevo espacio mi querida Irma.

    A pesar de que nunca tuve la oportunidad ni la tradición familiar por la películas de Tin Tan, siempre es interesante y será interesante cómo aquellos mexicanos que residen en ciudades fronterizas, ora en territorio mexicano ora en territorio estadounidense, buscan crear un estilo de ser, de vida, de personalidad que los distinga de entre el montón combinando en su "moda" rasgos así gabachos como de su tierra. A su vez, es interesante sumamente qué es lo que conlleva siempre a estos individuos a "negar la cruz de su parroquia" pero ostentarla a la vez en silentes gritos.
    Muchísimo éxito para tí y tu nuevo espacio.
    Mirage.

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    1. Gracias, Mirage, por dedicar tiempo a mis aportaciones. Sé de lo que me dices sobre las películas de Tin Tán, que ha sido uno de los representantes más pachucos de nuestro país. Es toda una cultura, una tradición... Abrazos.

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  2. Felicidades por el espacio, Irmita! Y Tin Tan es lo máximo!!

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  3. Gracias, Lata, por tomarte el tiempo para revisar esta aportación. Sí, efectivamente, Tin Tán es lo máximo, como representante de los pachucos, como una cultura que se dio en su tiempo en nuestro país... Abrazos.

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  4. Gracias por la información desconocía el origen del término y el estilo de vestir y de andar por el mundo pachuco, que interesante, Tin Tan de los mejores de esa época.

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