LA FORMACIÓN DE INVESTIGADORES

Irma Barquet

Los cambios que se presentan actualmente y las tendencias de las diferentes áreas, exigen que los profesionales de la educación se preparen y se formen como investigadores, para que, a través de la generación del conocimiento, hagan propuestas y den respuesta a las exigencias.

Se han escrito algunos artículos interesantes sobre la formación de investigadores en el campo educativo. Se refieren a las características de los programas de doctorado, de la planta docente o de asesores así como de los estudiantes.

Se arguye que falta claridad en la definición en cuanto a que si se forman docentes, investigadores o profesionales para el ejercicio educativo; que los programas de doctorado no están ligados al desarrollo de las competencias de investigación porque carecen de práctica con investigadores consolidados.

Si la misión de los programas de doctorado del área educativa, en general, es la formación de investigadores, aptos para la generación de conocimientos y estrategias que incidan favorablemente a la educación, es importante que los profesionales que acceden a este nivel de posgrado, cuenten con atributos de liderazgo en la formación de grupos de investigación, disposición para el desarrollo y actualización de las líneas de investigación en las que trabajen, posean capacidad para proponer proyectos viables que permitan acceder a recursos, que sean responsables, autogestivos, autodidactas, que apliquen las competencias del trabajo en equipo,  así como las habilidades de pensamiento crítico, autocrítico, creativo y analítico, entre otras más.

Por otro lado, son pocos los académicos que verdaderamente forman investigadores que en realidad generen conocimiento, que producen y difunden líneas de investigación para que sea punto de partida en las tutorías o asesorías de los estudiantes.

En ocasiones, los académicos que están a cargo del mismo programa de posgrado, carecen de una visualización global en la formación de sus doctorantes, es decir, cada uno mira por su parte, o no coinciden con los mismos enfoques en el proceso formativo, lo que dificulta el trabajo académico que repercute directamente en el perfil de egreso del grupo de estudiantes.

Los programas de doctorado exigen ciertas estrategias para el desarrollo de las competencias de investigación: experiencia individual y capacidad de socialización de los trabajos de investigación; desarrollo del proceso formal de investigación, con el acompañamiento del asesor o del tutor, que garantice el cumplimiento de los objetivos de cada fase; participación en seminarios y congresos de carácter multidisciplinar; presentación de los avances del proyecto de tesis doctoral ante los grupos de investigación disciplinares; publicación de cada fase del proceso de investigación, en revistas científicas o de divulgación, para socializar y retroalimentar el conocimiento; impulso de estancias de investigación en instituciones del extranjero, que estimulen el diálogo y la transmisión del conocimiento, así como el desarrollo de habilidades para la discusión de los diversos trabajos.

La construcción del conocimiento entre los estudiantes de los doctorados, sin duda se logra con el acompañamiento de los asesores o tutores que, con su expertise, siembren en sus doctorantes las inquietudes intelectuales de generación de conocimiento y de la búsqueda de soluciones a sus problemas planteados, a través de la metodología adecuada; provoquen en ellos la necesidad de retroalimentación, crítica y de confrontación de los resultados que obtengan; tomen en cuenta los puntos de vista de los académicos; valoren las ideas de los estudiantes y cuiden su proceso de formación; exijan la rigurosidad en los saberes y los métodos; conduzcan a los estudiantes hacia planteamientos novedosos para que descubran y avancen en el conocimiento.

Es muy importante el trabajo de equipo que se hace entre el doctorante y el asesor, así como el acompañamiento para que el trabajo de tesis doctoral llegue a buen puerto, ya que el prestigio profesional de ambos, está en juego.

Se establece un vínculo entre el estudiante de doctorado y su asesor. Es una alianza fuerte, que compromete, que exige gratificaciones y satisfacciones mutuas en cuanto al trabajo que se realiza: avanzar en la tesis, por parte del estudiante, leer el trabajo realizado, por parte del asesor, para que se facilite la retroalimentación, la comprensión y el seguimiento.

Para asegurar el éxito académico de quienes participan en la formación de investigadores, es indispensable: Adentrarse mutuamente en la problemática de la investigación, apropiarse del trabajo que se hace en equipo, establecer lazos de comunicación y de confianza, conducir el proceso formativo de investigación con responsabilidad recíproca, consolidar el trabajo de tesis, afianzar la relación asesor-doctorante a través del respeto…