LOS AMIGOS DE SIEMPRE

                                                                                                                                                 Irma Barquet

 

El reencuentro de los amigos de antaño es un evento que pone a prueba la resistencia de los lazos de afecto contra el tiempo, contra la distancia. Sin duda, conservar las amistades por muchos años es una virtud. No todas las personas tienen esa capacidad. Volver a platicar con aquellas personas que, por alguna circunstancia se dejaron, se alejaron, es un motivo muy grande para bendecirlas y recuperar su afecto.

Los medios de comunicación actuales son los mejores aliados para rescatar, reunir y reforzar los nexos emocionales entre los grupos de amigos, con el envío de mensajes instantáneos, fotografías e imágenes que aluden a esas épocas en las que la cercanía era un privilegio.

Las conversaciones telefónicas y virtuales se prolongan porque no hay tiempo que alcance para recordar las anécdotas y vivencias en común, así como los últimos acontecimientos que no fueron compartidos en su momento.

“¿Te acuerdas de aquel fin de semana? Lo divertido que fue desde que viajamos por carretera…”.

Esas pláticas que arrancan carcajadas y ejercitan la memoria, reviven las sensaciones y el deseo de repetir las experiencias.

Las fiestas improvisadas que resultaban los mejores eventos sociales en los que abundaban los brindis, los bailes, las risas, el curso imparable de las manecillas del reloj, cuando el tiempo vuela y se quisiera atrapar en un puño.

Darse cuenta del paso de algunos amigos por este mundo, cuando otros se han despedido y han emprendido el viaje a la eternidad. La tristeza que invade los corazones sensibles, llenos de amor… Noticias que consternan con el más duro impacto, que obligan a contener el llanto y a jalar la hebra del mejor recuerdo de cada quien, que ayuda conservar los sentimientos y los pensamientos.

Tener presente lo agradable que ha sido sostener la relación humana entre personas importantes, significativas, es un alimento espiritual constante, con la sensación placentera de saber que ahí están los amigos, aunque sea a la distancia, sin importar el tiempo que ha pasado… Ellos siguen siendo los mismos, en esencia.

Los amigos son como los hermanos que se eligen por azares de la vida. Los puntos de convergencia son mágicos pues aportan los medios importantes de reencuentro. Se ven y se hablan tan familiarmente como si se hubieran visto el día anterior… Nada ha cambiado… La conexión permanece viva, activa, hermosa.

Se hace el balance de los años y se cae en la cuenta que han pasado un montón, que las circunstancias ya no son iguales a aquellas épocas. La situación de cada persona es diferente, la dinámica es otra, sin embargo, prevalece el cariño como una llama encendida en lo profundo del corazón.

Se apuran planes para reunirse nuevamente: se elige el lugar más adecuado para todos los que acuden, se detalla lo que garantiza un acontecimiento inolvidable, los amigos se visten con su especial sonrisa, abren su corazón, entregan su gran voluntad y entusiasmo. Alrededor hay comida, bebida que acompañan y amenizan las conversaciones, los recuerdos, la algarabía. Se incita el ánimo, se exacerban los sentimientos.

Ver de nuevo a los amigos de siempre, no tiene cuate…