LA SENDA


Irma Barquet

Pensaba, ella, que el tiempo jamás podrá regresar, pues los sentimientos, cuando se exacerban, toman su calidad original, como cuando se luce un objeto enorme por su significado y que por sí mismo brilla y sobresale.

Su esperanza estaba ahí, en plena lucha, aunque aparentemente pudiera orientarse al fracaso, precisamente ahí estaba la esperanza más fuerte que nunca.

¿Sería posible que alguien pudiera darle lo que ella ansiaba? ¿Su entrega, su sentimiento y su ilimitado amor? En seguida las ideas se le agolpaban en la mente y aumentaba su tristeza porque imaginaba un futuro que justamente, no deseaba… un futuro en el que alguien más, en el pasado, le había dicho las palabras que se negaba a escuchar y que, sin embargo, aparecían en su recuerdo una y otra vez, como cuando repican incesantemente las campanas.

En ese momento llegó él que miró sus ojos con fervor y estaba seguro que serían suyos eternamente, que permanecerían para siempre en su extremada perfección y que, al mismo tiempo, conmovían su corazón.

Ella nunca imaginó que recorrerían juntos este tramo inicial de la senda indefinida que se les presentaba enfrente, ofreciéndoles los lugares más sorprendentes e insospechados, como si estuvieran en el clímax de un maravilloso cuento.

Mientras ella y él empezaban a existir uno para la otra, en medio de la creciente ternura y pasión que apenas  percibían, como en un juego de complicidad que al mismo tiempo podía ser divertido y asombroso.

Ambos imaginaban vivir momentos de arrebato, adornados con el sonido de las dulces palabras que suelen susurrar los amantes, porque son secretos creados para ellos y que son acompañados por gemidos entre sus desnudos cuerpos.

Entonces, ella, dispuesta a marcar el número en su aparato telefónico, segura de escuchar aquella voz que con ansia esperaba, al alcance de un pequeño paso…

Antes de concluir la llamada, algo la interrumpía, porque en el fondo, sabía por su experiencia para comprender, que se puede estar cerca del otro ser, escucharlo y tocarlo no obstante de encontrarse separados por algo tan remoto como una muralla, así como cuando el espíritu está junto a aquel que tanto se amó y se sufre la separación por un muro invisible que impide la comunión entre los vivos y los muertos.


Sólo los amantes conocen sus secretos… en esa senda que les aguarda pacientemente.


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