DONDE HABITAN LOS MURMULLOS (Parte 2)
Irma Barquet / Adriana Anaya Su madre no soportaba verla en ese estado catatónico. Sabía que ella, y solo ella, era la culpable del terrible porvenir de su hija. Sin embargo, no se resignó a aceptarlo, pudo imaginar lo que podría sucederle en el tiempo, pues implicaba la disposición incondicional, en cuerpo y alma, para conseguir, a como diera lugar, el mandato por designio. Desde hacía generaciones, su familia había pertenecido al culto de Manat, la diosa islámica del destino. Su tatarabuela había sido sacerdotisa, al igual que su bisabuela y su abuela. El linaje femenino entero estaba consagrado a servirle. Ella debía continuar el legado… pero lo negó. Negó su destino, y prefirió enterrarlo —literalmente— bajo piedra y cal. Creyó que con el silencio y el olvido bastaba. Pero no hay olvido cuando se trata de una diosa… Manat no perdona a quien la niega. Sabía que, tarde o temprano, regresaría a reclamar lo que era suyo. Lo que por precepto divino le pertenecía: su sangr...