UNA HISTORIADORA POLIFACÉTICA

Irma Barquet

Catalina Sáenz

Por fortuna, hace algunos ayeres, la vida laboral nos puso en el mismo camino dos ocasiones que coincidimos en diferentes universidades de nuestra ciudad adoptiva, Morelia. Se trata de una persona que ha trabajado arduamente, se ha dedicado a la formación de estudiantes del área de las ciencias sociales, es una profesional de la Historia, la Maestra Catalina Sáenz, Caty, para quienes nos jactamos de gozar de su amistad, permite este acercamiento a su propia trayectoria de vida y así conocerla un poco más.

Nació en la Ciudad de México y se avecinó en la capital michoacana desde hace algún tiempo. Pertenece a una pequeña familia: papá, mamá, una hermana y una sobrina jovencita que ha llenado de alegría sus corazones. En esa casa no pueden faltar las mascotas, tres gatitas, que son las más privilegiadas porque con ellas se demuestra la afinidad que tiene por los animales de compañía.

Caty lee mucho desde edad temprana, debido a las amorosas enseñanzas de su padre; le gusta la confección de diferentes platillos con nuevos sabores, habilidad que ha adquirido hasta considerarla una de sus más preciadas preferencias; los viajes y las caminatas se han convertido en una de sus principales aficiones: conocer diferentes lugares, explorarlos, vivirlos, sentirlos. En sus recorridos toma fotografías de los sitios, de los momentos y los recrea cuando se le antoja y así grabárselos para hacerlos inolvidables.

Veracruz es muy especial para ella pues es en donde su padre vio la luz por primera vez, gracias a él aprendió a querer las tierras jarochas; el pueblo mágico de Tacámbaro, en Michoacán, es también otro sitio que ha envuelto el corazón de Caty con su magia, así como todo lo que rodea ese pueblito de espléndido paisaje de pinos y de cañaverales; ha sido cuna de Marcos A. Jiménez, autor de Adiós Mariquita linda, canción incluida en las románticas serenatas que su papá solía llevar a su mamá, además fue donde vivió el escritor de Desbandada, La vida inútil de Pito Pérez, entre otras obras, José Rubén Romero. Caty disfrutó de las novelas referidas con la guía de su progenitor.

Eligió la carrera mencionada, por la gran influencia que recibió de su padre, quien le contaba acontecimientos de diferentes épocas, así como biografías de personajes importantes que conforman la historia de nuestro país. Recuerdo que en una ocasión me mostró la copia de un documento manuscrito, con rasgos de una escritura prácticamente ilegible para mí, me dijo que lo había obtenido de un archivo histórico en el que investigó algún tema que tenía pendiente para sus clases, después de explicarme ampliamente a lo que se refería, aludió que su especialidad es la Paleografía, los Archivos antiguos, gusto que desarrolló por el interés que le despertaron algunos de sus maestros.

A través de la Paleografía es posible descifrar textos antiguos como fuentes primarias de hechos, que permiten reconocer el patrimonio, el desarrollo y favorecen la comprensión de la Historia, a través de las diversas formas de escritura.

Caty asegura: “Mi profesión es mi pasión, amo mi carrera porque me ha permitido desenvolverme en muchas áreas y siempre quiero aprender más…”. Considera la aventura profesional una gran oportunidad de legitimarse como una mujer independiente, con libertad de pensamiento y de acción.

Dentro de las muchas actividades que Caty desarrolla profesionalmente, se pueden contar: la docencia en instituciones de educación superior, en las que ha utilizado como técnica de enseñanza el teatro histórico, en breves obras, cuyos principales actores son sus estudiantes y exestudiantes, manera que ha encontrado para facilitar la aprehensión de la Historia; formó, junto con amigos y colegas la Compañía de Teatro Histórico Manuel Muñiz, bajo la Dirección de uno de los mejores Directores Teatrales, José Félix Gerardo Muñiz Granados, que trabajó con insignes actores del cine de oro mexicano y con quien continúa su aprendizaje; escribe libretos teatrales que reflejan no solo hechos o personajes, sino la belleza histórica que guarda Tacámbaro, esta tarea le ha devuelto el gusto y la confianza por escribir, con el apoyo de su ínclito compañero tacambarense, Pako Mora; y, últimamente, participa como actriz en esas puestas en escena, en las que representa empáticamente diferentes personajes históricos, sus pasiones, sus motivaciones, lo que considera como una forma de viajar en el tiempo y de asumir personalidades distintas a la suya.

En su trabajo como Perito en Historia, ayuda a los abogados a resolver los conflictos agrarios, mediante la revisión y el análisis, tanto paleográfica como diplomáticamente, de los documentos antiguos que se presentan como pruebas en los casos judiciales, es decir, avala los testimonios sustentados en los papeles, tintas, rúbricas, sellos, de acuerdo al contexto histórico-social, con lo que determina su autenticidad y veracidad.

Como guía de turistas (Nom 08), muestra el patrimonio cultural e histórico de Morelia y otras ciudades michoacanas, alude a sus características, conecta maravillosamente con las personas a quienes estimula el interés y enamora mediante su discurso elocuente, atractivo y ameno en las visitas, con un excelente dominio de la información, que le permite despejar cualquier duda que le externan. Nada menos, Morelia, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad, cuenta con una amplísima riqueza histórica y cultural en sus importantes puntos, monumentos y edificios coloniales, museos, catedral y otras iglesias, tradiciones, artesanía, gastronomía… que los visitantes quedan maravillados, siempre quieren conocer más y regresan. Caty tiene esta forma, también, para desempeñarse como Promotora y Gestora Cultural. En algunos medios de comunicación, participa en la conducción de cápsulas culturales y como coconductora de algunos programas de radio.

Por si fuera poco, actualmente, Caty también participa de forma activa, junto con un grupo de colegas de Tacámbaro, en la investigación y difusión de la vida y obra de Fray Juan Bautista Moya y Valenzuela, el Apóstol de Tierra Caliente, para contribuir con información fidedigna, en el proceso de beatificación.

En la temática propia de su área de competencia, Caty hace alusión a los personajes de la Historia de México, a quienes considera notables por algunas razones, y cuenta: “De todos nuestros personajes, admiro a Agustín de Iturbide pues para mí, es nuestro verdadero libertador; un hombre inteligente, un gran militar, que amaba a su familia. Me parece que su problema fue confiar en quien no debía: supuestos amigos que fueron sus detractores”.

Platica, con vehemencia, acerca de esta gran figura, de su ingreso al ejército, cuando contaba solo con catorce años de edad y fungía como portabandera. Se casó con su amadísima Ana Huarte, de 19 años de edad en el momento de su matrimonio. Ella solía visitarlo ocasionalmente en los campamentos, con lo que se sentía feliz, según lo expresó en las cartas en las que le llamaba “Generala”. Tuvo una carrera militar destacadísima en la guerra de Independencia de México, persiguió a los Insurgentes, pero al final se unió a Vicente Guerrero para culminar la contienda. Se nombró Emperador, con la confianza y el apoyo de sus “amigos”, quienes le aseguraron que hacía lo correcto. Exiliado en Europa, se enteró del Plan de España y decidió regresar a México, con la convicción de salvar a su Patria, pero el Congreso Mexicano lo declaró traidor y fue ejecutado, sin juicio ni ocasión para despedirse de su familia.

Se puede conocer más acerca de esta celebridad en los documentos personales que se encuentran en Washington, donados por su familia, con la consigna de no devolverlos nunca a México, pues Iturbide ha sido borrado de las páginas de oro de la Historia de nuestro país. Dichos documentos destacan su Manifiesto de México al Mundo, escrito en hojas manchadas de su sangre, en el que se defiende de calumnias como haberse enriquecido durante la Independencia, cuando perteneció a una familia de buena posición económica en Valladolid, hoy Morelia. Se le acusó, falsamente, de ser amante de la Güera Rodríguez. Siempre prodigó un gran amor a su Patria y anhelo por el orden.

Otro personaje destacado que refiere es Porfirio Díaz, a quien algunas personas consideran un villano, sin embargo, pacificó nuestro país que no había tenido paz desde su Independencia, lo modernizó y aunque a veces se dice que lo entregó a los extranjeros, es un error, pues en esos tiempos no había quien tuviera el capital suficiente, ya que se encontraba en una gran crisis económica debido a las constantes guerras, tanto internas como externas, desde la Independencia. Tal vez los métodos empleados por Díaz no fueran los correctos, pero hubo un desarrollo significativo.

En los argumentos que Caty sostiene, con relación a la participación de grandes mujeres en la Historia de México, considera que a algunas de ellas no se les ha dado importancia y no se ha tomado en cuenta su contribución para el desarrollo de nuestro país, cada una en su momento histórico. Destaca a las siguientes:

La mal llamada Malinche, (término para referirse a quien traiciona a su Patria), se le considera traidora de su país el cual ni siquiera existía como tal, ella fue una mujer sumamente inteligente que aprovechó su momento, aprendió diversas lenguas, y sirvió de puente entre dos culturas.  

Gertrudis Bocanegra, la heroína de Pátzcuaro, quien luchó arduamente en la Guerra de Independencia y, a pesar de la pérdida de su familia, continuó firme a sus convicciones en la batalla. Estaba en contra de las injusticias: el cobro de altos impuestos a los criollos; las restricciones en la venta de productos de los indígenas. Por eso, cuando conoció a Manuel Muñiz, otro gran pero ignorado insurgente, y éste le platica de sus planes libertarios, no duda en apoyarlo como mensajera de notas escritas en los papeles en que se envolvían los cigarrillos, o bien con avisos del movimiento del ejército contrario en Pátzcuaro. En esta misma época, también resaltan Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario, que se les vitorea como las grandes heroínas, sin ser las únicas.

Asimismo, hubo muchas más mujeres que fungían como correos, es decir, llevaban cartas a los diferentes jefes insurgentes, eran abastecedoras de parque, de armas o de alimentos, hacían funciones de enfermeras que daban prioridad a las personas que necesitaban ser asistidas, antes que a su propia seguridad o su estatus social, en ocasiones estaban etiquetadas como “seductoras de la tropa”, delito en aquel tiempo, pues las acusaban de utilizar su belleza femenina como instrumento contra los “inocentes hombres”.

En el México Independiente también surgieron otras mujeres notables, como Soledad Solórzano, esposa del General Nicolás Régules (defensor de la Patria contra el ejército belga) que había llegado a Tacámbaro el 12 de abril de 1865, durante la Intervención Francesa, refugiándose en la Catedral. Tomaron como rehén a su familia para obligarlo a rendirse. Ella fue sacada a medio vestir de su casa junto con sus hijos, fue tratada duramente pero no se doblegó. Como anécdotas: el Capitán de la tropa invasora le señaló que en su casa encontró armas, a lo que ella respondió “¿Qué esperaban encontrar en la casa de un militar?”. También se negó a escribir una carta a su esposo para que se rindiera o su familia sería ejecutada, a lo que argumentó que eso no sería digno de la esposa de un militar. Soledad Solórzano, cuando fue rescatada, evitó que se tomaran represalias contra los soldados.

Otra mujer admirable, en tiempos de la Revolución, también de Tacámbaro, es María Zendejas o María la del Hospital, a quien cita José Rubén Romero en su novela Desbandada: Ella entró como moza de limpieza al Hospital local y fue aprendiendo algo de medicina, cuando el Gobierno Estatal ya no apoyó al hospital, los médicos se retiraron, pero ella se quedó al lado de “sus enfermos”, como les decía, para atenderlos, incluso, tuvo que pedir limosna para procurar que no les faltara nada.

En la época de México de la posrevolución, desde el punto de vista de Caty, sobresale Frida Kahlo quien se impuso a todas las adversidades tanto físicas como sociales para lograr su objetivo de ser reconocida como artista. Se le quiso encasillar dentro de la corriente surrealista, pero ella misma decía que en ese movimiento artístico se plasmaban los sueños y lo que aparece en su obra era realidad. Utilizaba su arte para expresar su dolor, sus sentimientos, en composiciones vibrantes, llenas de color.

Con todo el bagaje de conocimientos y de experiencia en su campo de acción, Caty, hace una propuesta para impulsar la participación de las mujeres en la Historia de nuestro país. Sugiere que la Historia de las mujeres sea escrita por Historiadoras, con un lenguaje sencillo, natural, que muestre el lado humano, las pasiones, las motivaciones. Un ejemplo es Celia del Palacio, historiadora, autora de dos obras, que tiene dentro de sus preferidas y que recomienda: Mujeres de la tormenta, en la que aborda el tema de las brujas, aquellas señoras que realizaban rituales mágicos, usando objetos o plantas  para lograr obtener el amor de alguien, en la región veracruzana; y el de Adictas a la insurgencia, en el que habla de la historia de las mujeres que participaron en este movimiento armado de 1810, como Gertrudis Bocanegra, María la Fina, Luisa Martínez. Sin embargo, también reconoce respetuosamente, el trabajo que han hecho algunos varones historiadores.

Con relación a las mujeres actualmente, Caty afirma que, con su participación, contribuyen a su posicionamiento en la Historia de México, pues gozan de mejores oportunidades para desempeñarse en cualquier campo. Quedan muchas asignaturas pendientes por resolver en la agenda política, como la lucha contra la violencia de cualquier tipo, la percepción salarial más baja que la de los hombres, entre otras tantas.

Para concluir, Caty manifiesta: “Yo soy una apasionada de mi profesión, amo lo que hago, me siento plena haciendo diversas actividades, odio las injusticias…”

Muchas gracias a Caty por haber contado su historia, por dar a conocer la enorme gama de posibilidades de desarrollo del campo profesional al que se dedica con tanto amor y con tanta convicción; por dejar claras las labores que realiza para contribuir con el conocimiento, con la profundización del mismo, con el rescate del patrimonio histórico y cultural que sirve para que la población adquiera su identidad y se reconozca en ésta; por compartir sus saberes en las aulas universitarias, que forman profesionales tan sensibles como ella; por ser una incansable mujer que lucha día a día, con valores bien cimentados.

Gracias nuevamente, Caty, ha sido un privilegio construir contigo, este escrito.

 

Caty invita a echar una mirada:

https://juglares.com.mx/noticias/articulos/michoacan-en-la-mirada-de-jose-ruben-romero/

https://juglares.com.mx/noticias/articulos/la-historia-descarrilada/

https://juglares.com.mx/noticias/articulos/el-hijo-olvidado-de-morelia/

 


Fotografía de Catalina Sáenz, proporcionada por ella misma.

Catalina Sáenz en el papel de María la Fina, en la obra de teatro histórico Manuel Muñiz, comandante del ejército del sur (2024).

  

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