EL ORGULLO PATRIO

Irma Barquet

Sentirse orgulloso de la nacionalidad… el orgullo patrio.

La población entera se vuelca ante la conmemoración de los hechos que nos dieron patria… la energía se canaliza en el festejo no solo de las fiestas patrias, sino del mes patrio, no son suficientes dos días, se hace extensivo a los treinta.

Los jóvenes son el alma de la mexicanidad, solo en septiembre, pues la mayoría juega al malinchista los otros 11 meses del año… el orgullo patrio concede las fuerzas necesarias para el guateque, aporta el arrojo y la audacia para tomar fuertes bebidas. El tequila es como un elíxir de dioses, el mejor compañero del pozole o de los tamales. El ambiente huele a chorcha, a fermento tepachero.

Los días patrios nos recuerdan la materia prima de nuestra construcción como nación… es el ímpetu de la parranda para sentirse verdaderamente libre. El orgullo de ser mexicano se pone de pie dominado por la pasión mestiza. Es el motivo de inspiración para el espíritu independizado.

Este orgullo patrio es el principal móvil de la población mexicana, se le pone la piel de gallina cuando escucha los primeros acordes del Himno Nacional y se cubre alguna parte del cuerpo con ropajes alusivos a los colores de la Bandera…

El desfile militar es un estandarte de la conmemoración de la vida mexicana independiente. Miles de “elementos” conforman la comitiva. Hacen gala los pilotos aviadores al ejecutar las piruetas tan esperadas por la población. Transitan enormes cantidades de vehículos motorizados y también de ejemplares equinos hermosísimos, que visten el evento cada año.

El grito de independencia es lo que permite una espera estoica: que el reloj marque la hora para que, hasta en el más recóndito rincón nacional, se parafrasee el dicho tradicional de ¡Viva México! con el respaldo de los principales héroes nacionales. Se ondea con orgullo la Insignia Tricolor y suena la campana con su poderosa voz.

La Bandera Nacional se posa erguida en lo más alto del asta, como un recordatorio de nuestra mexicanidad.

La población entera se da cita en el principal punto de cada ciudad. Convive, pasea, disfruta de ser mexicana, de las tradiciones patrias, de los antojos que degustan y de las bebidas que recrean el típico sabor.

Suenan mil campanas… se disfruta de la cena nacional en el principal Palacio del corazón de México, aunque sea por tele… El presidente y la primera dama encabezan la celebración… las noticias del día siguiente relatan el convivio, el menú y las anécdotas de la noche…

Suenan mil disparos… las armas de fuego que poseen algunos mexicanos cuyo orgullo patrio se exacerba y se manifiesta en continuas detonaciones… también suenan los explosivos tradicionales de Tultepec y el espectáculo pirotécnico tan maravilloso, imposible de faltar.

No importa que nos lleve la chingada… no le hace que mañana no tengamos pa’tragar… la población mexicana puede con eso y con más… No importa el billete de quinientos… No importa la “flexibilización” del mercado… No importa el precio de la gasolina… No importan los paros ni los plantones… No importan los baches en las calles… Como dicen en mi tierra adoptiva “los golpes ingren”… Vamos a celebrar el 15… al fin y al cabo el principal sostén es el orgullo patrio.