MI CALAVERITA

 

Irma Barquet

Muy quitada de la pena, estaba empacando sus cosas

“Ya me voy de este lugar”, dijo Irma con alegría,

mientras seguía con su trabajo, con mucha energía,

se dio cuenta que sus pertenencias eran numerosas.

 

Alguien le dijo: “El cambio es una excelente moción”.

Inmóvil y pensativa se quedó ante estas palabras,

pues el tono parecía de tramas muy macabras,

quiso hacerse la desentendida de esa opinión.

 

El espejo le mostró una imagen sorpresiva:

Una hermosa mujer de galas ataviada,

con amplia sonrisa, de blanco dentada

y de apariencia extremadamente altiva.

 

Su mano movía, apuntando con el dedo acusador

hacia el sitio más oscuro de aquel callejón.

con mil musarañas llamaba su atención,

cuando de pronto el ambiente denotaba más frescor.

 

Le dijo con sutileza: “Mira qué linda tu nueva casa

justo en el fraccionamiento del campo santo,

aquí te traigo, para cubrirte este manto

para que no te vea ni te reconozca quien pasa”.

 

“¡Ay, parca espantosa! Tiempo me falta todavía

¡A otro perro con ese hueso!

Que en esa casa para mí no hay ingreso

pues mi Flaco la mudanza me envía”.

 

Se hizo la disimulada, para pasar desapercibida,

aprovechó el momento para darle un empujón,

con tan buena puntería y con toda la razón,

                            Irma dejó a la calaca en su tumba bien sumida.




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