DE LA COMPAÑÍA DE LUZ
Irma Barquet
Sucedió en la Ciudad de México, cuando era Distrito Federal y
existía la Compañía de Luz y Fuerza de Centro, así que… ya llovió…
Dicha empresa producía y distribuía energía eléctrica a la ciudad
mencionada y a otros estados aledaños de la República Mexicana. Tenía poco
tiempo que habían determinado, los grandes penachos, o sea los jefazos, un
nuevo requisito para que los colaboradores pudieran ingresar a las oficinas:
portar la credencial que los identificaba como parte integrante de dicha
entidad.
Memo, que aparecía en la nómina de esa organización desde hacía
muchos años, llegó un día a trabajar, como siempre, ataviado con el consabido
tacuche, de acuerdo con los códigos de vestimenta, cuidando el horario, cuando
en la puerta de entrada, el vigilante lo detuvo pues no traía su identificación.
“Muéstreme su credencial, por favor”, le dijo el guardián del orden,
a lo que respondió, con un gesto de sorpresa: “Se me olvidó”. “Pues no puede
entrar”, increpó el guardia con el afán de cumplir al pie de la letra las
indicaciones de sus superiores. “Déjeme pasar, por favor… ándele…”, dijo Memo
con un tono suplicante. “Tenemos órdenes de impedir la entrada a las personas
que no se identifiquen con su credencial de la Compañía de Luz”, replicó el cuidador.
“Ándele, no se vuelve a repetir… por favor”, le dijo el empleado.
Para cerciorarse que Memo era funcionario de la empresa, el guardia
le preguntó “¿Es usted trabajador?” a lo que respondió, con una amplia sonrisa
entre cínica y burlona: “La verdad… soy medio huevón…”
MÉXICO MÁGICO. QUE GUSTO VOLVER A LEERTE
ResponderBorrarMe encanta tu buen humor:-) saludos
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