PARQUE DE LA MEMORIA
Irma Barquet
Una de los paseos que hice acompañada de Javier y por su
recomendación, fue el Parque de la Memoria, en Buenos Aires, ubicado en la
costa del Río de la Plata. Es un enorme espacio público con áreas verdes, que
toma su nombre para recordar a todas las personas desaparecidas y asesinadas,
para quienes está erigido el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado.
La vista es impresionante. A lo lejos se ven los edificios de la
ciudad de Buenos Aires. La ribera del Río de la Plata, con sus tranquilas
aguas, enmarca un panorama que es increíble ante la terrible idea de que ese sitio fue
utilizado para desaparecer cuerpos inertes de personas que estuvieron en
conflictos sociales durante esa época en la Argentina, a partir del golpe de Estado
en marzo de 1976, cuyos nombres están enlistados en el Monumento al que hago
alusión… como un silencioso testimonio.
Las diversas asociaciones de derechos humanos han luchado para
lograr el reconocimiento de las demandas de verdad, justicia y memoria, por los
resultados atroces de la violencia ejercida por las fuerzas armadas. Desde
1983, se lucha por atender la situación de las personas desaparecidas y sus
familiares.
Este parque fue creado en 1998 con la participación de las
organizaciones de derechos humanos, la Universidad de Buenos Aires y el Poder
Ejecutivo y Legislativo de la Ciudad. El producto ha sido un lugar en donde
privan significativas obras de arte, en las que se cuentan ocho esculturas ganadoras
a menciones especiales, cuyo tema versa sobre la defensa de los derechos
humanos:
El “Monumento para escapar”, obra de Dennis Oppenheim, que consiste
en tres formas geométricas que aluden a la detención clandestina, que
manifiesta la libertad en lugares de encarcelamiento.
“Victoria”, por William Tucker, en la que se proyecta, a partir de
diseños precisos pero truncos, la vida mutilada de las personas desaparecidas.
Otra obra sin nombre, hecha por el argentino Roberto Aizenberg, que
expresa figuras humanas alusivas a Martín, José y Valeria víctimas de
secuestro, quienes desaparecieron entre 1976 y 1977, hijos e hija de la
escritora Matilde Herrera.
“Pensar es un hecho revolucionario”, cuya autora es Marie Orensanz,
alusiva a la represión y censura del libre pensamiento.
“30,000”, hecha por Nicolás Guagnini, consiste en 25 prismas, que
desde una particular perspectiva, se refleja la imagen del retrato del padre
del autor.
“Retrato de Pablo Minguez”, obra de Claudia Fontes, escultura que
articula los conceptos de aparición y desaparición, es el retrato de un
adolescente de 14 años, desaparecido; esta creación está sobre las aguas del
Río de la Plata.
Otra escultura que se aprecia en este parque es “Torres de la
Memoria”, de Norberto Gómez, en la que expresa la vulnerabilidad de la
existencia humana, la tortura ejercida durante la dictadura y el símbolo del
poder de las sociedades.
León Ferrari es el autor de “Derechos Humanos”, artefacto para
dibujar sonidos musicales, visuales y táctiles.
Por último, los “Símbolos de la Memoria”, diseñados por el Grupo de
Arte Callejero, en el que combinan los signos de la historia reciente de la
Argentina acompañados de textos que sirven de ancla entre las diferentes voces
del recuerdo del Terrorismo de Estado.
En su conjunto, el Parque de la Memoria, pretende ser eso: un
espacio en donde la remembranza, el homenaje y las diferentes formas de
testimonio, lleven a la reflexión a pobladores y visitantes de Argentina, sobre
aquellas épocas de sufrimiento social y que, además, a las nuevas generaciones
les signifique valorar los privilegios que se viven y evitar que se
repitan hechos semejantes.
Visitar el Parque de la Memoria, en un día cuyo sol esplendoroso se
dejó sentir en mi piel, además del antagónico escalofrío por las vidas que ahí
se perdieron… fue un momento inolvidable…
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