LOS DESCENDIENTES
Irma Barquet
Todo empezó porque las nuevas tecnologías de la información
y comunicación lograron “acercarnos”… hicimos gala del cariño que sentimos y
que es lo que auténticamente nos une. “Vamos para allá, primo, te avisamos
cuándo”. Los días corren y la fecha se aproxima. Hacemos planes.
Fueron nueve hermanos, esa gran estirpe, con todo un bagaje
cultural que fue transmitido a sus descendientes… Era como el encuentro de dos
mundos… La raíz genealógica originaria de aquellas tierras de Medio Oriente,
migrantes que llegaron a este país a principios del siglo pasado. Nosotros ni
siquiera estábamos planeados…
Solíamos pasar días de vacaciones con mis primos Miguel,
Pepe, Hugo y Oscar… la poca diferencia de edades permitió la empatía…
compartimos juegos en aquella Quinta en donde habitaban, con un jardín enorme,
que al final… por allá abajo… había agua corriente que golpeteaba entre las
piedras y troncos… recuerdos que tengo amarrados en mi corazón.
Llegó el día. Recorrí casi 600 kilómetros para llegar con
mis adorados primos. Mi arribo fue de “avanzada”, mi hermano Memo aterrizaría
posteriormente. Mi primo Miguel y mi prima Jose fueron por mí a la terminal… ¡Maravilloso
encuentro! Abrazos, besos, sorpresas… ¡Vámonos a cenar a los portales! Hermosa
ciudad provinciana, cálida, por la que evoco mi infancia… Inició nuestro
reconocimiento como familia… Golden opportunity!
El descanso del día se hizo necesario. Inquietud,
curiosidad, historias a medias, vivencias a flor de piel, me impedían conciliar
el sueño…
Desayuno obligado en el Portal de Zevallos, obviamente en La
Parroquia, supongo que es una extensión directa de la tradicional ubicada en el
Puerto de Veracruz. La percepción del día era espléndida. La Plaza de Armas
figuraba como protagonista de tan hermoso cuadro, resguardada, por un lado, el
Palacio Municipal, edificio de estilo toscano florentino, afrancesado, cuya
fachada es adornada con balcones y portal de arcos de medio punto; por el otro,
la Parroquia de la Inmaculada Concepción, que la caracterizan elementos
neoclásicos, con torres barrocas. Le da albergue a la Virgen de la Soledad, que
es la patrona de los cordobeses, pero que también tiene un montón de vírgenes y
santos que pueden satisfacer las más caras necesidades de los feligreses.
Cercanamente, se apreciaba la música de marimba…
El antojo de comer las típicas “picaditas”, hechas a base de
maíz y los acostumbrados frijoles negros de Veracruz, de salsa verde y roja,
encopetadas con queso Cotija, deliciosas... no podía hacerse esperar. Indudablemente,
el café lechero era el mejor acompañante de ese manjar, sabores y aromas que
estimulan el paladar así como la memoria sensorial, de aquellos tiempos…
La gente caminaba por las calles y los portales, los
comensales hablaban, otros encontraban personas con quienes se saludaban.
“Fíjate bien… del lado del Palacio Municipal, hay una calle…
¿la ves? Bueno… caminas por ahí, hacia abajo y más o menos a una o dos cuadras,
encontrarás la casa de la Tía Emi… ahí está Dalile”, fueron las recomendaciones
telefónicas que recibí de Memo, quien me guió con su excelente memoria, como si
hubiera estado en ese lugar el día anterior…
Después del paseo por esa Plaza tan linda, se dio el momento
de visitar a mi prima Dalile… “Ella se levanta muy tarde…” me dijeron varias
voces… Caminé y casi en seguida encontré aquella casa, en donde pasé muchos
días de mi niñez. Sin resistencia y desde la acera de enfrente, admiré el
intacto inmueble… me hizo transitar por el túnel del tiempo… Recordé a mi
padre, a mis tíos, a mis primos… hasta al perro que era terrible.
Ahora la casa está transformada en un restaurante, conserva
su fisonomía: su patio central adornado con una fuente que armoniza el ambiente
con el sonido del agua que de ella brota. En la parte principal del comedor,
están dispuestas las fotografías más adoradas por todos los descendientes:
abuelos, tíos, tías, primos, cuya imagen está detenida en ese tiempo y que estremece
la reminiscencia. Retratos antiquísimos, rostros hermosos, modas vetustas, ojos
y cejas inconfundibles…
El reencuentro de las primas fue fantástico, abrazos y
manifestaciones de cariño… prolongadas pláticas de las historias añejas de la
familia, de las actuales… el Patio de la Abuela hizo vibrar mi memoria… el
reloj no tuvo clemencia, llegó la hora de comer, de la sobre mesa, del
vespertino café… “¿Dónde estás prima?” preguntó Miguel, quien se apersonó de
noche, a la hora de la cena, la que compartimos con gran entusiasmo, envueltos
en risas… más recuerdos, más historias…
Madrugamos al día siguiente. El Puerto de Veracruz era el
escenario al que llegó Memo, aunado al comité de recepción… Grandes abrazos,
comentarios, calidez, cariño… La Parroquia nos esperaba para el desayuno
tradicional de café veracruzano y las inolvidables “canillas”… Excelente menú
para el momento… ¿Quién llegó? Hugo, también mi primo adorado… Las fotos no
podían faltar… Primera despedida irremediable… Ahora, Córdoba aguardaba nuestro
regreso…
“Llama a tus tíos y tías… diles que estaremos en La Brigada,
a las tres y media… nos vamos a reunir todos para comer”, indicaciones que
hacía el anfitrión y organizador del evento: Miguel.
La hora de la comida fue muy esperada, la ocasión congregó a
los parientes. Casi había un representante por hermano, además estaban
presentes desde el primero de los nietos hasta el último: José Ángel, Tavo, José
Luis, Memo, Miguel, Jose, Fredy, Oscar… La emoción nos embargó… nos
re-conocimos… el cariño era el principal ingrediente que pululaba en el
ambiente. La comida fue espléndida… platillos exquisitos, bebidas para brindar
por la familia, por los descendientes.
El Patio de la Abuela fue el broche de oro del día… volvimos
ahí para la cena… el café… reiterarnos el lazo consanguíneo que nos une, que
además de legítimo, es el pegamento de este grupo de varias generaciones que
continúa con lo que nos enseñaron nuestros padres y madres, que trasciende y
que prevalecerá por tiempo inmemorial entre los descendientes.
Gracias primos por habernos permitido volver a aquella
región, por liar nuevamente nuestros corazones, por reforzar los lazos que
siempre nos han unido, por darnos la oportunidad de renovar el cariño, por dejar
que nuestros sentidos se estimularan con exquisiteces, por participarnos de su
cotidianidad, por todas las ocasiones en las que compaginamos risas y
recuerdos, por compartir otra vez y por hacernos sentir verdaderamente los
descendientes.
Que tiempos, el volver a ver a nuestros familiares que dejamos , cada quien hace su vida y sus familias, y trabajar y trabajar, criar hijos, hacer carreras, el tiempo nos come, hasta que llega otra etapa más relajada donde por casualidad o por un encuentro o un acontecimiento nos acercamos y volvemos a vivir aquellas experiencias, "recordar es vivir"
ResponderBorrarrma que capacidad de describir un material tan apreciado del baúl de los recuerdos, has llenado mi corazón de una inmensa alegría al recordar que así, en aquel pueblo de nosotros se llenaba de familias en encuentros esperados para las fiestas de semana santa, las fiestas patrias y otras costumbres enraizadas que nos daban la oportunidad de ver y que nos vieran todos los parientes, amigos y aquellos que buscaron la capital para vivir. Con tu escrito me has hecho degustar nuevamente el sabor irrepetible de las tortillas asadas en cazuela, del rico queso de doña Elvira y sobre todo ese olor de la gallina preparada en fogón de leña. Tiempos idos que no podrán ser los mismos porque esta generación nuestra se convirtió en pequeña y no alcanza el tiempo para encontrarnos en nuestra Heroica Villa de Los Santos. Gracias Irma por ese recuento tuyo tan espectacular, definitivamente tu forma de narrar se hizo para despertar los recuerdos de quienes tenemos la dicha de leerte.
BorrarGracias maria dolores, sabemos lo que son estos encuentros familiares y lo que emocionalmente representan para nosotros. Lo importante es sentirnos reforzados con los lazos que nos unen, más allá de los consanguíneos. Abrazos.
BorrarGracias besivas por tu comentario tan emotivo. Me da un enorme gusto que pude penetrar en los más entrañables recuerdos de tu corazón. Eso me halaga mucho. Abrazos.
BorrarWow, la descripción tan precisa de los alimentos me abrio el apetito, y la de los lugares me transporto de manera impresionante, y tanmbién me hizo recordar la importancia de reunirse en familia y volver a vivir los momentos aquellos que marcaron mi infancia y que me han convertido en lo que hoy soy, gracias, saludos
ResponderBorrarGracias, Abiga Maya, por tu comentario. Definitivamente cuando "la sangre llama", es verdadero... Así se siente cuando se pertenece a una familia. Saludos.
BorrarSi García Marquez viviera no hubiera hecho una narrativa tan exacta del momento, de los sentimientos, afecto, la identificación que todos tuvimos en esa reunión de 2 dias, pareciera que el tiempo no había transcurrido ,y estamos hablamos de decenas de años sin vernos, pero pareció que teníamos una relación cercana como si fuera de siempre, fue bello, y único el sentimiento que llegamos a tener. Gracias por ello primos y, gracias Irma,por esta brillante descripción del reencuentro.Saludos
ResponderBorrarGracias, jose luis sosa barquet, primo querido, por este comentario tan emotivo, además de lo que dices con respecto a la forma que narré el momento, la verdad está ahí plasmada... el sentimiento, el momento, las personas, la familia y el reconocernos como tal. Abrazos enormes.
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