NOCHE DE COLEGAS


Elaborado por: Irma A. Barquet Rodríguez

Trabajar y trabajar… ¡Cómo es posible que se organicen eventos de trabajo en un destino turístico de playa! No importa, el pretexto nos sirvió para coincidir y compartir, además de asuntos relativos a nuestras actividades laborales, para convivir y aprovechar los breves momentos de esparcimiento, entre colegas.

Parecía como si el clima estuviera en contra nuestra, pero en lo absoluto. Son cosas que suelen suceder en esta temporada del año, en el lugar geográfico en el que nos encontramos. Tiempos de ciclones, de tormentas tropicales y de lluvias intensísimas. No nos mortificaba para nada.

Después de las sesiones de trabajo, aprovechamos para degustar cenas exquisitas, diferentes… de cocina gourmet… Todos los placeres concernientes al comer y al beber. ¡Excelente motivo para reunirnos y olvidar el deber!

El menú señalaba platillos italianos: carnes, pastas, ensaladas, postres. El vino blanco o tinto era el perfecto acompañante de dichas delicias. Los digestivos se convirtieron en el broche de oro de tan excelentes momentos, así como la conversación tan amena de los comensales.

El estrés se dejó de lado, nadie lo recordaba ni tantito… Oportunidades invaluables para conocernos un poco más en el ámbito personal. Relajarnos, deleitarnos con las pláticas en las que participamos. Anécdotas, chistes, momentos jocosos que hicieron de las reuniones un agasajo.

“Disculpen, pero vamos a cerrar el restaurante…” Esto no nos parecía extraño, nos pasó cada noche… Terminó la cena… ¿qué hacemos? Algunas personas se inclinaron por el descanso, otras por “seguirla”. Buscamos dónde continuar nuestras pláticas. “Enfrente, al cruzar la calle hay un bar… vamos verlo”. “La música es estruendosa, no vamos a escucharnos”. El encargado del lugar dijo que se pondría más volumen en cuanto empezara la fiesta… ¡No había ni un alma! Nos descosimos de la risa y las carcajadas. No podíamos imaginar la “fiesta” cuando ya estaba muy cercana la media noche.

Decidimos continuar nuestra búsqueda, de un lugar para seguir con nuestra reunión. ¡Ah, aquí hay un bar! La música es “de mis tiempos” ¿De cuáles? Si éstos son mis tiempos… ¿o no? Suficiente el espacio… también sin gente... No podía ser más propicio.

La atención del personal de servicio fue muy buena, nos sirvieron las bebidas. Nuestra conversación continuó, los temas eran inagotables: lo que nos gusta,  nuestros intereses, lo que sabemos hacer, nuestras experiencias, lo que nos motiva… Los gracejos estaban presentes, pero intercalados. ¡Elocuentísima forma de desarrollar la temática! Todos estamos muy interesados, escuchamos, participamos, intervenimos. Las risas son imparables. “Hacemos química”, dirían los alquimistas.

La música nos invitaba a continuar con estas maravillosas narraciones de lo que hacemos y de lo que nos ha sucedido. ¡Qué divertido! ¡De lo que se perdieron los otros! De repente, la acostumbrada frase: “Disculpen, pero vamos a cerrar el bar”. Ya nos lo esperábamos. ¡Vámonos! Pasa de la media noche… El encanto continúa…

“Miren aquí vamos a quedarnos otro rato” El bar que elegimos, por supuesto que estaba cerrado, pero nada nos impedía cortar nuestra fiesta. Ahora amenizada con bossa nova. ¡Perfecto! El clima era inigualable: húmedo, con ese calor que brinda la playa.

El reloj seguía su rumbo, hasta que alguien reparó en la hora… Es momento de ir a descansar. La risa seguía presente en el trayecto a los respectivos aposentos. Ya el cansancio se apoderaba de nuestro ánimo, pero la satisfacción de haber vivido momentos entrañables, lo superaba enormemente.

Recuerdo sus expresiones, sus palabras, sus risas, su disposición a pasarla bien. Aprovechamos el tiempo de la mejor manera. La playa, el mar, el lugar, el momento, las personas, se hicieron nuestros cómplices para tener la más espléndida noche de colegas.








Comentarios

  1. Gracias por tu crónica querida amiga y, aunque no tuve la fortuna de escuchar bossa nova en aquél puerto, a través de tu escrito me imagino el momento y creo una grata realidad leída. Algún día me acompañarás a una cantina rascuache para que escribas una bizarra crónica, mientras tanto te mando un abrazo y mis mejores deseos…Humberto.

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  2. Gracias, Humberto, lo importante son las personas y los momentos, posiblemente es lo que hace que los lugares se tornen encantadores.
    Saludos enormes.

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  3. Mi estimada Irma, gracias por compartir estas líneas y volver hacer tan vívidos estos recuerdos. Un abrazo. Eduardo

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  4. Gracias, mi estimado Eduardo, me da gusto que evocaras esta experiencia que vivimos tan agradablemente... Abrazos.

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  5. Mi muy querida Doctora.
    Es muy edificante el poder vivir ocasiones en las cuales la hora del día en la que tienen lugar es la anochecida, pues el velo nocturno brinda un ambiente que incita siempre a la charla y a la convivencia.
    En lo personal me gusta cuando en mis salidas amistosas llega el ocaso y el entorno se ve envuelto entre las espirales del tabaco, el furgor de la plática y la luz de iridiscentes luces que alumbran calles y estancias.
    Debo decir que a tu lado yo también tuve la oportunidad de pasar tiempo de "colegas"; pues a pesar de que nuestras ramas son distintas, el hecho de haber hecho equipo con una persona tan culta y eficiente como tú siempre es placentero y digno de evocar. Saludos.

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    1. Claro que es edificante. Esa ocasión uno de los colegas a los que hago alusión dijo: colecciono atardeceres, lugares y personas... La sensibilidad de sus palabras me agradó enormemente.
      Hacer equipo es una de las oportunidades que nos da el ejercicio profesional, coincidir con personas con talento, conocimientos y experiencia, hacen del trabajo una vivencia inolvidable, fructífera, excepcional.
      Gracias por tu comentario. Saludos.

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  6. Que rico es difrutar una noche entre colegas; pero como bien dices que tengan talento, conocimientos y experiencias..... Cuanto siento reconocer que ya en Panamá se perdió esas tertulias tan simpáticas. Estamos penetrados por tanta gente de otras nacionalidades, que hemos perdido esa identificación de panameños, de profesionales, de compañeros. Que pena, cada quien vive aislado por este medio atropellado y loco y participar en actividades fuera de la ciudad, ni pensarlo, nadie quiere organizarlas y mucho menos participar. Recuerdo que las viví pero ese compartir ha quedado en el pasado.

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    1. Gracias, Bessie, esta "noche de colegas" fue espléndida, en verdad. El motivo de congregarnos en ese destino de playa fue el trabajo, lo que hacemos muy bien, lo mejor también fue aprovechar el tiempo libre para compartir. Espero que conservemos el gusto por reunirnos independientemente del trabajo. Abrazos.

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