CON CLAVELES BLANCOS
Irma Barquet
Son tres años de su partida. Ella
era su propio acicate. Siempre sana, en lo general. Arrugas y penas eran el
testimonio fehaciente del paso del tiempo.
Lúcida hasta el final, con
algunos tropiezos en los recuerdos, que daban cuenta en los relatos de todo lo
que guardaba en su memoria, con su vocecita disminuida de volumen, cascada…
peccata minuta… Aderezados con la elocuencia, la emoción y el candor de sus
palabras.
Cada vez más chiquita de estatura
y de peso, seguía dando la batalla en su día a día. Sus ojos color miel,
lacrimosos, encerraban una mirada dulce, como la que fue captada en esa
fotografía de su infancia, ataviada y sentada con tanta coquetería.
Siempre al pendiente de lo que
sucedía a su alrededor.
En silencio, elevaba sus
plegarias, pedía a Dios y abogaba por su hijo y por sus hijas, también por toda
su descendencia.
Cuidaba sus macetas, le
encantaban las plantas que crecían y reverdecían gracias a ella.
Sonriente y apesadumbrada.
La vida ya no podía darle más que
aquellos antojos con los que evocaba los deliciosos platillos que ella muchas
veces preparó y nos regaló, con los inolvidables sabores que incitan cualquier
tentación.
Dejaba que me hiciera cargo de
tejer su cabello de oro y plata, en una larga trenza, así como del cuidado de
sus manos. Le gustaba estar arreglada y muy perfumada.
Se hizo dura, no sé por qué, pues
en el fondo era sensible, tierna, amorosa y le salía bien. Seguramente “así le
dijeron que hiciera”, como ella decía; tenía mucho para dar, era generosa.
Cansada, se fue… Emprendió el
viaje a la eternidad, con sus zapatos rojos. Fue un dolor apacible, aunque me
sacude en ocasiones, al borde de las lágrimas, con temor de no poder contenerlas
y de cambiarlas por la alegría y la gratitud que me provoca haber estado tantos
años con ella, mi madre.
Sigue presente en mi corazón y en
mi pensamiento cuando parafraseo oportunamente sus dichos que me arrancan la
risa.
En secreto la invoco, le pido, le
hablo… La extraño.
Ha dejado un gran vacío que
quisiera llenar con claveles blancos, cientos de ellos, aromáticos, hermosos.
Mira esta otra entrega: https://irmabarquetcomparte.blogspot.com/2021/10/zapatos-rojos.html
QUE PADRE RELATO IRMA,MÁS QUE RELATO QUE BONITOS RECUERDOS Y QUE LINDA FORMA DE RENDIRLE HONORES A TU MADRE. LA VIDA ES IMPLACABLE Y A TODOS NOS LLEGARÁ EL MOMENTO DE REMEMORAR A NUESTROS SERES QUERIDOS. EL RECORDAR A QUIENES SE HAN ADELANTADO ES COMO TRAERLOS DE VUELTA POR UN INSTANTE,FELIZ O MELANCÓLICO. SALUDOS.
ResponderBorrarEs triste perder a una madre pero nos quedan los buenos recuerdos y enseñanzas.
ResponderBorrarEs bonito cuando en las charlas salen a la luz sus dichos, recuerdos y forma de ser.
Gracias Irma por traernos estos recuerdos!