EL CUENTO
Irma Barquet Estaba en su guarida, el lugar más apartado de su casa, donde solamente podía estar consigo misma, concentrada en su actividad creativa. Se sentía orgullosa de su logro, de su primera creación. Tenía la inquietud de darla a conocer a un público que rebasara los límites familiares, a esas personas que pudieran estar interesadas en conocerla, en dar su punto de vista y en apoyarla, aunque en el fondo también la sensación de lo que significaba quedar expuesta ante opiniones de desaprobación. Se armó de valor y tomó la decisión de dar el paso que tanto trabajo le había costado hasta ese momento, entonces, a hurtadillas, con su obra bajo el brazo, salió de su hogar y se dirigió a la avenida para abordar el transporte que la llevaría al lugar donde, por primera vez, presentaría el fruto de su inspiración para someterlo a la consideración de un especialista, con la expectativa de obtener la oportunidad de revelarla por el medio más idóneo posible. En el camino, absort