EL MENSAJERO

 Irma Barquet

Era un mediodía de octubre. El sol resplandecía con las características de la temporada, el viento soplaba y dejaba sentir su tibieza tan peculiar. En casa corría el tiempo con normalidad, esa dinámica que se tuvo que adoptar gracias a la pandemia. Cada quien en su puesto, hacía lo que le correspondía para realizar las labores domésticas y la confección de la comida que pronto se iba a disponer para los pocos comensales.

Sin embargo, la sensación era extraña, diferente a la que proporciona la rutina. Algo en el aire se manifestaba, inexplicablemente le daba un toque especial a ese día: algunos silencios prolongados que se rompían estrepitosamente; el aroma en el ambiente era parecido a cierto perfume inusual, agradable; la luz natural que penetraba por las ventanas, tenía un reflejo extraño, quizá por el sol otoñal; reinaba una insólita calma.

Según la mitología griega, Ascalaphus, rey del inframundo y guardián del huerto de Hades, hijo de Acheron y Orphe, fue colocado debajo de una roca pesada y enviado al mundo de los muertos y de los espíritus, por Deméter, cuando estaba enojada. Heracles visitó el inframundo y liberó a Ascalaphus, lo que molestó mucho a Deméter y lo transformó en un búho, aunque se menciona que fue Perséfone quien lo convirtió en un búho cuando lo roció con agua del río Fegeton. Era la más vil de las aves, perezosa, repugnante, presagiaba el dolor y la tristeza para la humanidad.

De Ascalaphus es tomado el nombre científico de “ascalapha odorata”, un insecto que, a la vista, es repulsivo y que es protagonista de creencias ancestrales de tétricos anuncios y conocido como “mariposa negra”, relacionado con la muerte, con el mal augurio, con pesares y penas. Pero, solo son supercherías. La superstición es de mala suerte… mejor ignorarla.

Aquel mediodía de otoño, a poca distancia de la puerta de entrada, estaba posada una polilla como esa. Estaba inmóvil. Llamó la atención de quienes entraban o salían de la casa. No pasa nada… Es completamente rechazado el mensajero de Ascalaphus.

Pocos días después, se anunció el deceso de quien habitaba ahí, pues su salud se vio quebrantada.

Es curioso cómo cambia la forma de hacer cuentas en función de la fecha del fallecimiento de las personas, pasa a un plano diferente el día que vieron la luz del mundo. Ahora se refiere al tiempo de su trascendencia.

Dicen los que saben, que no se debe llorar a los muertos, pues es como si se llorara por uno mismo, es morir con los muertos. Ellos están en una mejor dimensión, sin sufrimiento, sin dolor. Recuperarlos a través de los recuerdos, con alegría y amor, evocarlos cuando la vida los vio por vez primera y la huella que dejó su estancia.

El mensajero de Ascalaphus, no tuvo nada qué ver. Solo descansaba, hacía una pausa en su vuelo. Las personas se van cuando les toca.

Hoy se festejaría su nacimiento y se le recuerda con agrado, con gratitud y con amor.


https://plagados.com/polillas-entradas/negra-p/



Comentarios

  1. SIEMPRE HE SENTIDO UNA GRÁN REPULCIÓN POR ESE TIPO DE MARIPOSA O POLILLA EN PARTICULAR,AÚN AHORA DE ADULTO. RECUERDO QUE CUANDO ERA NIÑO LA MUCHACHA DEL SERVICIO NOS DECÍA QUE NUNCA LAS MOLESTARAMOS POR QUE "ESOS BICHOS" ERAN MENSAJEROS DE LA MUERTE. AUNQUE NO SOY SUPERSTICIOSOS,SI LLEGABA A VER UNA EN MI CASA,LA AHUYENTABA DE INMEDIATO CON EL PALO DE UNA ESCOBA.

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  2. Lo conozco con el nombre de ratón viejo (así lo llamaban en mi casa) y siempre me daba miedo, ahora no tanto, pero prefiero no encontrarlos. Saludos querida Irma

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