¡ÁMONOS…!
Irma Barquet
“¿Qué pasó, ingrata?”… Era
su pregunta favorita. Siempre se hacía presente en los momentos menos
esperados, sin embargo, era muy oportuno.
Parecía un hombre solitario
que solía viajar mucho, sin permanecer por tiempo prolongado en los sitios a
los que llegaba. Su libertad la traducía precisamente, en cambiar de lugar
montado en su potente motocicleta Harley Davidson. Sin pertenecer a algún club,
él liaba sus bártulos y partía desafiando la brújula, sin planes ni destinos
programados. Se aburría pronto de las rutinas. Su espíritu aventurero le exigía
mucho movimiento. Eso de estar estático no era propiamente lo suyo. Era como el
viento.
¡A rodar…!
Cuando transitaba por los
caminos, montado en su moto, portaba la vestimenta requerida para salvaguardar
su integridad física, consistente en ropa de piel, botas, casco, anteojos,
guantes. Aunque a su llegada al destino definido, se despojara de sus ropajes
de motociclista y adoptara los adecuados para el clima, para el contexto en el
que se encontraba.
Se hallaba solo en el mundo.
Sus padres y familiares ya habían fallecido desde hacía algún tiempo. Esta
situación lo ponía un poco melancólico con frecuencia. ¡Preocupante! A veces se
cruzaban ciertos pensamientos por su mente y en ocasiones los manifestaba. En
el fondo su deseo era mantenerse optimista y positivo… Era difícil para él.
Gustaba de las playas
mexicanas para pasar los días en su propia compañía. A veces, solo tenía para
los gastos del camino, lo que lo hacía sufrir un poco para proveerse de lo
necesario para su subsistencia. Tenía mucha suerte de toparse con personas que
le daban algún trabajo qué hacer para ganarse la comida del día. El hospedaje
era un tema que no le importaba, pues tenía una amplia capacidad de adaptarse y
bajo cualquier techumbre, podía reposar la cabeza para recuperar sus energías.
Conocía cualquier rincón
mexicano donde hay mar, así como las rutas más atractivas y económicas para
viajar a esos paraísos. El tiempo no era su prioridad. Nunca tenía fecha ni
hora de llegada, se abandonaba por completo a los caprichos del reloj y a los
antojos del clima… Nada lo detenía.
Era un muy buen nadador y
amaba esa actividad pues lo mantenía en muy buena condición física. Tenía la
piel bronceada, curtida por el sol, aguantaba temperaturas cálidas y húmedas,
sin problema. Era el medio que mejor le sentaba y en donde se sentía
espléndidamente.
Era de ascendencia egipcia.
Dominaba los idiomas: español, inglés y árabe, que combinaba con ingenio, sin
importarle que sus interlocutores comprendieran sus comunicaciones, motivo que
le parecía divertido. Gozaba de un negro sentido del humor ¡fascinante!
Sus ojos, grandes, profundos,
hermosos, con un dejo nostálgico, pero al mismo tiempo con esa mirada que
llamaba la atención, parecía escudriñar el alma de las personas. Siempre
mantenía el contacto visual con sus interlocutores. Sabía que a través de sus
ojos y de su mirada, la gente podía descubrir su esencia, por lo que los escondía
tras unos lentes sumamente oscuros.
Acompañaba su plática con un
lenguaje corporal muy congruente, además de usar palabras amables y graciosas,
sus ademanes eran auténticos. En sus pláticas se entregaba totalmente, con
elocución y con dominio de los temas que se trataba. Preguntaba, a veces, para
aclarar su pensamiento, lo que le permitía seguir conectado con la atenta conversación
entablada.
Su nombre era Hardash. Su
mirada era profunda y su sonrisa, pícara. ¡Todo un personaje!
Cada vez que su mochila y su
moto estaban listas, emprendía el viaje más inesperado, para disfrutar de la
condición de su voluntad. Odiaba las ataduras, la rutina, los esquemas
establecidos, los patrones impuestos.
Entonces, gritaba a todo
pulmón “¡Ámonos…!” y no se le veía ni el polvo.
Hola buenas tardes. En la juventud , tenía un amigo estudiante, en la Universidad estudiante de arquitectura, quien tenia una Harley Davidson color azul, y, con la cual daba rienda suelta a su locura de viajar solo o acompañado, de no mas 3 motociclistas y ,andaba por todas las carreteras del País, exactamente como tu cuento o relato..
ResponderBorrarMe hiciste recordarlo a la distancia del tiempo. Se recibió de arquitecto y, básicamente profesionalmente se dedicó a la restauración de Iglesias antiguas sobre todo de pueblos de esta zona poblana y alrededores. . Amonos¡
Saludos y felicitaciones Prima.
...sin rutinas, sin prisas...!!! Qué manera de disfrutar y aprender...!!! Gracias por compartir esta narrativa. Enhorabuena...!!! Bendiciones *.*
ResponderBorrarHola Irma- reflexión muy revitalizadora, especialmente la palabra del título al utilizarla ya provoca una sensación de aventura o cambio no importa cómo se escriba o se diga 🙂.
ResponderBorrarSaludos