EL BAR GUAU



Irma Barquet

“Paso por ti en la nochecita para irnos a tomar un drink”, le dijo Ago a Mimís un viernes.

Llegó por ella en su flamante Mustang negro, del año. El perfecto “estuche” para tan guapo joven. Se fueron rumbo al sur, en la Ciudad de México y llegaron a ese sitio que entonces estaba de moda: “El Bar Guau”. Espacio al que acudían jóvenes de todos los rumbos de la hermosa y enorme urbe a pasar un rato ameno con el show y a tomar bebidas espirituosas que alegraban a la concurrencia.

El lugar era famoso porque se llevaban a cabo espectáculos culturales nocturnos: literarios, musicales, teatrales, cuyas peculiaridades eran los contenidos satíricos sociales y políticos del momento, representados por algunas personas que utilizaban este foro (y otros del mismo estilo), con sketches muy creativos y alusivos a los sucesos de aquellos años.

Estas puestas en escena, solían necesitar muy poco en cuanto a infraestructura y a elenco, pues bastaba tener un pequeño foro, carente de decorados, contar con una potente voz que se escuchara hasta el último rincón del recinto y que algunas personas del público permitieran completar el cuadro de actores, desde la propia mesa.

Las representaciones tenían la característica de estar actualizadísimas. Era menester informarse del diario acontecer de las estructuras de poder en aquel entonces, así como diseñar, de manera muy creativa, los guiones que reproducirían cada noche. El lenguaje que utilizaban era sencillo y llano pero provocador, que permitía a los espectadores desternillarse a más no poder, por su comprensión clara del selecto y elegante albur mexicano.

La pareja, como un par de tórtolos, llegó a dicho lugar y se instaló inmediatamente en una mesa cuya ubicación era privilegiada para dominar por completo, tanto el foro como el lugar. Ago, como todo caballero, pidió las bebidas. Este dúo tenía por costumbre platicar de todo un poco y pasarla de lo mejor siempre que compartía ratos, en cualquier lugar.

Tenían muchas cosas en común Ago y Mimís, pues vivían en la misma colonia, conocían casi a las mismas personas, frecuentaban lugares, acudían a fiestas, trabajaban en la misma empresa, por lo que los temas de conversación abundaban, además, ambos poseían amplia cultura y conocimientos, a pesar de su corta edad. Sus gustos musicales también era un punto de convergencia. Eran sensibles y románticos. Hacían bonita pareja. Juntos se veían muy bien.

Ambos contaban con una estatura excepcional, gozaban de una delgadez sobresaliente. Eran de facciones delicadas, de piel tersa, en un tono rosado, como frescos melocotones. La moda les favorecía y cualquier color que vistieran lo lucían de manera impactante. Elegían el perfume adecuado para su personalidad y su propia química, lo que parecía que Ago y Mimís transformaban esas fragancias y las impregnaban con su aroma natural.

Cuando inició el show, el primer comediante mencionó en su representación, algo acerca de un Mustang negro, por lo que Mimís le dijo a Ago: “Ya te vieron”. Comentario que arrancó una franca risa por parte de la pareja.

Parecía que, a estos dos jóvenes, la flecha de Cupido les había atravesado el corazón, irremediablemente.

Pasaron inolvidables noches en el Bar Guau.



Comentarios

  1. Hola Irmita, cómo siempre excelente narración y me haces recordar situaciones similares, felicidades

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  2. Irmita linda, sólo tú puedes describir con tanto detalle las vivencias propias y de otros..... Tu memoria privilegiada y tu buen decir, siempre presentes. Un abrazo.

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  3. Amo tus correrías y la manera de describirlas hacen que uno se transporte a la época donde uno recuerda sus mismas cuitas

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