EL ATENEO
Irma Barquet
“¡Ché, pibe! Buenos días,
querido, ¿cómo amaneciste?” Le dije con mucho entusiasmo, como todas las
mañanas que le tocaba estar en la Recepción del hotel donde me hospedé. Con
esos bellos ojos claros y la sonrisa tan amplia y cálida que jamás hubiera
esperado, dirigía sus palabras a mí: “Hola, Irma, ¿cómo andás?... ¿qué vas a
hacer hoy?”. “Quiero ir a conocer algún lugar que sea muy lindo, aquí, en tu
ciudad”, le contesté…
Se quedó un poco pensativo, sin dejar de tener contacto visual
conmigo, me dijo: “vos tenés cara de que te gustará El Ateneo… el recinto más
hermoso de Buenos Aires, donde se ofrecen toda clase de libros…”. “¿Cómo sabes
que me gustan los libros?”, le pregunté. “Ya sabés que tengo buen ojo… además
soy muy perceptivo”.
Como cada mañana, César, se convertía en el mejor guía de turistas,
me indicó con mucha precisión hacia dónde debía caminar para llegar a El
Ateneo, ubicado en la Avenida Santa Fe, en un día esplendoroso, con el clima
calientito, característico de aquella ciudad porteña.
La sorpresa invadió mi estado anímico esa mañana, al encontrarme
dentro de la segunda librería más grande del mundo y la más hermosa (o una de
las más hermosas). El recinto es el antiguo Teatro Gran Splendid, diseñado por
los arquitectos Peró y Torres Armengol y construido por Pizoney y Falcope. El
edificio data de la primera década del siglo pasado, aún conserva su fisonomía
original.
Su amplia entrada permite dar una ojeada general a tan espléndido
lugar. Se aprecian los espacios en donde originalmente se ubicaban los palcos,
con grandes estanterías que muestran acomodados los libros cuyos colores,
tamaños, temáticas, arroban cualquier espíritu curioso y lector… como el mío…
El impulso de mirar hacia arriba es inevitable, pues se encuentra en la cúpula, la pintura alegórica de la paz, hecha por el italiano Nazareno Orlandi, quien
plasmó esa belleza, haciendo alusión al fin de la Primera Guerra Mundial. La
paz, está representada por una figura femenina rodeada de guirnaldas florales.
¡Es espléndida!
Al fondo, se aprecia el escenario, con el telón de terciopelo, espacio dispuesto para que tranquilamente se pueda disfrutar de un
café, de una excelente plática con la mejor compañía o bien, de una placentera
lectura de alguno de los ejemplares expuestos para su venta.
El lugar es enorme. Es muy fácil perderse… en la inmensidad de las
dimensiones de El Ateneo y en la inmensidad de títulos que están a la vista…
Recuerdo que se me apareció un pequeño libro cuyo título era The
Tango. Chiquito, como de bolsillo, de color azul rey en la portada y una
ilustración de una pareja bailando dicho género musical y dancístico. Me
pareció el mejor ejemplar para que fuera el perfecto souvenir y, acto seguido,
me di a la tarea de buscarlo en español (castellano, como dicen los
argentinos). Amé la publicación y no pude resistir la tentación de adquirir más
de un ejemplar para regalarlo a quienes pensé que les gustaría y lo apreciarían…
así fue…
Conversé con una persona que, a decir por su acento, era Argentina,
pero no… lleva tanto tiempo en esa tierra que se le pegó la forma de hablar, se
trataba de un hombre colombiano. Fue muy lindo conversar con él acerca de la
coincidencia en nuestros gustos de algunas novelas latinoamericanas.
No podía faltar en mi acervo bibliográfico argentino, el librito que
habla espléndidamente de Evita Perón, a quien ama entrañablemente el pueblo
argentino… in sécula seculorum. El
ejemplar contiene la biografía de dicho personaje, acompañado de fotografías
que ilustran su vida. Lo leí en el término de una hora, en voz alta, para que
mi madre escuchara, lo que le fue muy útil para recordar algunos pasajes
de su experiencia y conocimiento, que comentó y fue muy significativo pues dejó
impregnada la historia de ese momento de convivencia entre ella y yo.
Así que, para evitar cargar mucho peso en la maleta, incluí
solamente un libro más, acerca de la historia de una típica familia argentina,
relatada en los años mil ochocientos treinta y tantos, que está esperando
estoicamente a que tenga la oportunidad de leerlo, pues mi vicio de lectura,
hace que tenga los libros en una fila en orden de aparición, para que pueda deleitarme
y relajar la mente con las lecturas.
En la parte superior de El Ateneo, se encuentra el rincón infantil,
con libros y objetos para infantes, lo que me parece muy adecuado para generar
el gusto por la lectura a las personas en la edad temprana. Asimismo, hay
estantes pletóricos de discos musicales… sí discos… acetatos… de todo género…
que, si alguien posee de estos especímenes, podrá sentirse feliz, pues
actualmente su precio es altísimo.
El pequeño tour a esta librería, terminó, muy a mi pesar… sin
embargo, salí orgullosa y contenta de haber pisado El Ateneo y de traer esos
poquitos ejemplares que, si bien satisfacen mi hábito lector, también son las
anclas de aquella experiencia.
Al día siguiente, César me preguntó: “¿Te gustó El Ateneo?”. Con
una franca sonrisa le respondí positivamente y le dije lo atinada de su
sugerencia para mí.
Gracias, César… Ché querido, por aconsejarme visitar tan magnífico
recinto, que, sin duda, cuando regrese, le invertiré más tiempo para
disfrutarlo nuevamente y para recordarte siempre.
De Phillip Capper from Wellington, New Zealand - El Atena Grand Splendid
Bookshop,
Recoleta, Buenos Aires, Argentina, 28th. Dec. 2010, CC BY 2.0,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=18428631
Como siempre, cada detalle y cada frase tan precisos que me permiten imaginarlo realmente. Saludos 😊
ResponderBorrarMis felicitaciones querida Irma. Tu estilo es muy descriptivo y realmente sentí que te acompañaba en ese recorrido a tan interesante lugar. Muchas felicidades.
ResponderBorrarHola Irma, y cuándo llega mi libro azul? Como siempre, es un placer leerte, un abrazo.
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