MUJERES, LIBROS… OTROS PAÍSES
Irma Barquet
Este hombre de gran talento,
solía hacer viajes al otro lado del mundo, a ciudades que consideraba
misteriosas, atraído por esa curiosa forma que tenía por descubrir los más
mínimos detalles y vivir los diferentes rituales orientales. Generalmente se hacía
acompañar por aquellas mujeres que le prodigaban el amor o lo que se le
pareciera al amor, que él requería, sin ataduras, sin complejos, sin
compromisos.
Todas estas mujeres,
tuvieron en Geoffrey a un amante extraordinario, aunque con una personalidad
complicada… además gustaba de ciertos placeres mundanos combinados con
estupefacientes que le daban oportunidad de “soltar”, de evadirse con aquella
complacencia inigualable.
Casi todas sus “relaciones
amorosas” terminaban mal… peleas… reconciliaciones… corazones rotos… sin
embargo, él no claudicaba ante tantos deleites que la vida le proporcionaba.
Geoffrey era cazador y era
cazado en innumerables ocasiones... enamorarse, era como el padecimiento de
una enfermedad incurable y el matrimonio, un extravío, casi como la locura.
Solo en una ocasión estuvo a punto de dar el “sí” ante el altar, lo que le hizo
recapacitar y evitar “someterse”… rompió su compromiso.
No obstante, era un tipo
apasionado. Entre sus grandes amores (quizá platónicos), estaba la
aristocrática Kenginia Vent, por quien creó el personaje principal de su ópera
prima: Lorak, la mujer más independiente que pudiera haber existido, tomando en
cuenta la época de la que se trataba.
Era un lector voraz de todos
los libros cuyos temas le inspiraban para sus propias creaciones. Se regodeaba
en las lecturas de sus autores favoritos, desde los clásicos hasta los
contemporáneos. Leía las obras más sobresalientes de esos escritores que, sin
duda, dejaban una gran huella en su cerebro y en su corazón, al grado de
tomarlos como una fuente inagotable en el ejercicio de su propia escritura.
El implacable tiempo deja
estragos evidentes en su cuerpo, en su expresión, en su carácter… Las
drogas resquebrajan su rostro, como si el demonio estuviera en sus entrañas…
Enfrentarse con sus monstruos nocturnos era casi igual a una batalla campal,
por lo que decidió evitar caer en el sueño… Sus nervios estaban hechos añicos…
Su mirada era oscura… perversa.
Su última visita fue a un
pequeño pueblo chino, Hebei, lugar del que hizo su residencia… su refugio para
leer y para escribir, con la única compañía de su perro de raza chow chow, que
fue bautizado con el nombre de Ken, en honor a Kenginia, su verdadero amor…
Ahí muere, Geoffrey, a causa
de una desnutrición muy avanzada, pues solo bebía whisky y comía un poco de
cacahuates al día… también en su organismo encontraron grandes dosis de fentanilo,
una droga considerada hoy como la más letal y potente del mundo.
Me gusto mucho ojitos, la verdad esperaba otro final, a lo mejor se volvia vanpiro o santo.
ResponderBorrarGracias, Jorge Díaz, por tu comentario... hubiera sido un poco "menos serio" ese final... lo tomaré en cuenta para el siguiente... Abrazos...
BorrarQue lastima que murió Jeoffrey. Su actitud refleja la de un conquistador apasionado. Reconozco que evito el matrimonio, pero disfruto de su vida con esas mujeres que le brindaron felicidad en sus viajes. El vivió feliz a su manera, aunque las drogas lo llevaron a la muerte. QPD
ResponderBorrarGracias, Jorge Argüelles, por tu comentario... Sí, llevó una vida totalmente hedonista, pero era un tipo apasionado y creativo... Abrazos.
BorrarSólo me falta comer sólo cacahuatitos (buena receta), jeje. Me quedé con la duda de la época y los autores que leía. Saludos y un abrazo
ResponderBorrarGracias, Humberto Mejía Zarazúa, por tu comentario... esto fue más o menos por los años 60, del siglo pasado... o algo así... intemporal, si quieres... no importa... Abrazos...
BorrarHAY QUE VIVIR DE ACUERDO A NUESTRA PROPIA IDEA DE FELICIDAD,SUENA EGOÍSTA,LO ES.SALUD POR GEOFFREY Y POR TODOS LOS QUE SOMOS FIELES A NOSOTROS MISMOS.
ResponderBorrarGracias, Federico Sinta, por tu comentario... coincido contigo, a veces los extremos llevan a ciertas personas al término de algo que poseen que es maravilloso, como en el caso de Geoffrey, su creatividad y la forma de comunicación que tenía al escribir... pudo haber sido fabuloso conocerlo, por lo menos a través de sus palabras... Abrazos.
BorrarHola Irma, definitivamente usas muy bien tu capacidad de escribir, este escrito, denso, situación que viven algunos en esta época y que terminarán igual, hace ver ese don que tienes de despertar el interés en la lectura de lo que quieres transmitir. No estoy de acuerdo con el amigo que le hubiera gustado que terminaras que el personaje se volvía santo o vampiro. Eso es más para cine, para novelas, pero para escribir me gusta que termine así. Ese es el final que muchos tendrán si caminan por ese trillo de excesos. Sigue escribiendo, me gusta mucho tus propuestas.
ResponderBorrarGracias, besivas, por tu comentario... tampoco hubiera imaginado un final así, me parece que la trayectoria que retraté en el relato no tenía otra salida... a veces la genialidad en ciertas personas, le ponen fin a su vida en momentos interesantes, quizá inoportunos... Abrazos.
BorrarBUENAS TARDES, COMO SIEMPRE ME ENCANTA TU ESTILO, TE IMAGINAS CUANTOS NO QUISIÉRAMOS HABER TENIDO ESE TIPO DE VIDA, LA TRAMA NO ES TAN IMPORTANTE, COMO LO ES EL RELATO; COMO SIEMPRE ABRAZOS, BESOS Y SALUDOS.
ResponderBorrarGracias, rogelio verduzco castellanos, por tu comentario... la genialidad a veces es sinónimo de incomprensión... Abrazos.
BorrarEs muy real que el ser humano desea buscar la felicidad a través de su absoluta libertad, pero lo es también , que pocas veces logra obtener el fin deseado.
ResponderBorrarPero debo felicitarte por tan buen desarrollo de este relato, cuento o verdad que por tu pluma es muy interesante.
Gracias, jose luis Sosa, por tu comentario, dicen que la felicidad es la meta... ¿el fin justifica los medios? Abrazos.
BorrarYo diría que no se puede generalizar, pero algunos casos es neces
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