EL BRINDIS
Irma Barquet
“Cada vez que pienso en
ella, me da un vuelco el corazón…” Era una confesión que le hacía a su reciente
amigo, quien le escuchaba con atención y empatía. “La extraño enormemente,
aun cuando nunca he estado con ella… solo pasó… así… empecé a amarla…La amo con
todo mi ser…”.
Patricio era el mejor amigo
de Máximo Valverde, desde que eran niños. Fueron vecinos, asistían a la misma escuela,
compartían los mismos entretenimientos y juegos deportivos. Solían platicar y
siempre descubrían los aspectos que tenían en común… La vida les regaló con su
amistad mutua, con su hermandad…
Crecieron en la misma
ciudad, Celaya, en donde compartieron secretos, juegos, confidencias, sueños.
Eran unos niños entusiastas, inteligentes. Provenían de familias muy similares:
convencionales, creyentes, morales, arraigadas a las tradiciones
mexicanas…
Patricio y Máximo estaban en
los planes de sus respectivos padres, en el sentido de los negocios familiares.
Ellos tenían la misión de continuarlos y hacerlos prósperos y fructíferos, por
lo que era menester conocerlos y cursar las carreras universitarias que los
prepararan para ser exitosos en la tradición familiar diseñada para estos
mejores amigos.
Llegó el momento en que cada
uno tuvo que seguir su propio camino. Se separaron para dedicarse a cumplir con
los sueños familiares. Con esa carga a cuestas, en la que su responsabilidad y compromiso estaban en juego, tuvieron que alejarse, las direcciones que
siguieron eran paralelas, los negocios eran diferentes, requerían de
preparación específica.
La hermandad que los unía,
les permitía coincidir en algunas ocasiones propicias para departir. Esos
encuentros eran intensos… no había tiempo que fuera suficiente para platicarse
sus progresos, sus nuevas experiencias… Los muchachos ya habían crecido, eran
unos jóvenes llenos de ilusiones, con la mira puesta en las encomiendas
familiares.
Patricio abrió su corazón al
revelar a su amigo Máximo, aquel secreto que por años había guardado: estaba
profundamente enamorado de la muchacha más hermosa del pueblo, además que era
inteligente y, por supuesto, la más asediada por un sinnúmero de jóvenes que
pretendían su amor.
“Es la mujer más hermosa que
jamás hayan visto mis ojos… me ha hecho sentir amor desde el primer momento en
que la vi…”, le dijo Patricio, al tiempo que Máximo, con expresión de asombro,
incrédulo ante las palabras de su amigo, experimentó un impacto impresionante.
Desconocía de lo que le estaba hablando. No atinaba a descubrir quién era esa
bella mujer que lo inquietaba.
Patricio continuaba con el
relato de sus sentimientos más profundos: “Ella es Úrsula Gaytán… Es la mujer
que arroba mis sentidos… Su mirada está incrustada en mis pensamientos…”.
Máximo increpó: “¿Úrsula Gaytán? ¿La chica que es amiga de Abigail?... No me
digas que es quien te trae de un ala… ¡No puede ser…! Ella pertenece a una
familia que conocen mis padres desde hace mucho tiempo…”.
Pasaron algunos años cuando
Patricio decidió ir a tomar unos tragos al bar “La Castreña” ubicado en el
centro de la ciudad. Se sentía abatido emocionalmente. Pidió un wiskey en las
rocas, su bebida favorita… los hielos tintineaban cada vez que se llevaba el
vaso a la boca… De pronto, un hombre, entrado en años, se sentó junto a él en
la barra y lo saludó cordialmente. Patricio correspondió el saludo.
Fue suficiente para que
iniciaran la plática… Era un encuentro de dos soledades… Patricio sintió tal
confianza que su conversación, monotemática, giró en torno al amor de su vida:
Úrsula… Este amigo reciente, puso toda su atención en la sensible charla de su
interlocutor. El tono de voz era verdaderamente convincente, acompañado de un
lenguaje corporal por demás lastimoso.
“Nunca me perdonaré haber
confiado en el que supuestamente era mi mejor amigo, casi mi hermano… le dije,
aquella tarde, cuánto amaba a Úrsula… lo enamorado que estoy desde entonces… Me
traicionó… Máximo le habló de amor y la pretendió, desde el primer vals que
bailó con él en la fiesta de sus quince años… Se hicieron novios y se
casaron…”.
Patricio y su nuevo amigo
chocaron los vasos con sus bebidas. Brindaron por ese amor tan mal
correspondido, por Máximo, su amigo entrañable… “Solo deseo su felicidad. Si
Úrsula es feliz, lo seré yo también…”.
Con este brindis, se selló y guardó para siempre el insondable amor que Patricio profesaba a Úrsula.
Patricio y Máximo , somos en la vida real de los años 60s, Manuel y josé luis, viisitabamos con frecuencia a unas hermanas , y desde que la ví, a Teresa, me enamoré, pero resulta que también yo me percate que mi amigo Manuel sentía algo por esa joven, lo que trajo varios días de inquietudes y celos hasta que me atreví a confesarle que como amigo que era que estaba enamorado de Teresa, a lo que él respondió que gracias por decirlo , pero que una amistad de años valen más que un amor de adolescentes, y a partir de ese día tuvo la honorabilidad de alejarse del centro de reunión, aún cuando las amigas preguntaban por él., sin embargo el final es que fuimos novios por un corto tiempo, y la vida continuó hasta que ella nunca se casó y murió de un infarto a los 40 años, Fin del relato
ResponderBorrarGracias, Jose L S B, por tu comentario. Yo creo que hay muchas personas con una historia similar. Coincido contigo en el valor de la amistad... Abrazos.
BorrarTE ENGANCHA DESDE EL PRINCIPIO LA TRAMA, COMO DICES EMPIEZA, VEREMOS COMO SE DESARROLLA. AUN QUE CONOCIÉNDOTE SE QUE SERA ESTUPENDA.
BorrarABRAZOS, BESOS, SALUDOS Y MUCHAS FELICIDADES EN ESTA NOCHE BUENA Y NAVIDAD, EN COMPAÑÍA DE TODOS LOS TUYOS.
Gracias, Rogelio Verduzco Castellanos, por tu comentario. Espero tener la oportunidad de que leas otro fragmento de esta historia. Abrazos.
BorrarEN EL AMOR Y EN LA GUERRA TODO SE VALE,HASTA LAS TRAICIONES.ES DIFÍCIL DARTE CUENTA QUE LA VERDADERA AMISTAD SE DA DE MANERA ESCASA. SALUDOS Y FELICES FIESTAS.
ResponderBorrarGracias, Federico Sinta, por tu comentario. Lo que se vale en la guerra y en el amor, depende de quien lo ejecuta y a quien se dirige... Considero que es un asunto muy subjetivo... Abrazos.
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