ANÉCDOTA SOBRE DES-EMPLEO
Irma Barquet
La calle estaba encharcada…
acababa de llover copiosamente y el día ya había caído… era lo que llaman la
“hora cero”… caminamos sobre la banqueta, tratábamos de esquivar los charcos…
había mal olor… seguramente el agua permanecía estancada… las luces del alumbrado
público se reflejaban en el cenagal. Avanzábamos hacia el domicilio indicado.
De pronto, por sorpresa, una jauría ladraba fuerte... los guardianes de la
calle nos alertaban sobre nuestra intromisión. Eran los perros de los vecinos,
de todos y de nadie, los que nos daban una alarmante bienvenida…
Pasábamos por una racha muy
mala… no teníamos trabajo… incrementábamos las estadísticas del desempleo, sin
embargo, vimos como una oportunidad que podíamos integrarnos al “Programa
Solidaridad” que entre otras cosas, incluía capacitación para aquellas personas
que la necesitaran por incursionar en el emprendedurismo, lo que en aquel
tiempo se llamaba “autoempleo”.
Una de nuestras grandes
fortalezas era precisamente nuestra preparación para ser instructores de
capacitación, lo que ahora se denomina “facilitadores”. Era ese el momento
oportuno, en el que podíamos hacer gala de nuestras habilidades… de empezar
¿nuevamente? un trabajo digno que nos permitiera tener los ingresos necesarios
para solventar nuestras necesidades económicas. Como siempre, Ses y yo, unidos
en el apoyo mutuo, nos habíamos dado a la tarea de hacer algo por nuestra
situación laboral.
Tuvimos que cumplimentar un
papeleo que parecía interminable: formatos, currículum vitae, fotografías, firmas,
convenios, en fin, todo lo necesario para estar en regla con los requisitos de
la instancia gubernamental que tenía a su cargo ese programa, además con los
procedimientos tan burocratizados que se imponían.
Los primeros grupos
asignados para el inicio de la capacitación a nuevos emprendedores, estaban
integrados por costureras que, sin instalar un taller de costura, propiamente
dicho, se organizarían para trabajar cada una desde su casa, con su máquina de
coser, en la confección de las prendas de vestir que les encargaran… Parecía
una opción interesante.
Ses y yo pertenecíamos al grupo de facilitadores que atenderíamos a las personas que formarían la empresa de costura, para lo cual, se nos indicó la fecha, hora y lugar en que debíamos estar para dar inicio con nuestra intervención. Tomamos nota y nos organizamos para acudir a cumplir con nuestro trabajo en tiempo y forma.
Éramos 5 personas asignadas.
Afortunadamente una persona del grupo dijo que nos iríamos todos en su
automóvil, con la finalidad de optimizar recursos, lo que a Ses y a mí nos vino
excelentemente, debido a nuestra situación tan precaria.
El grupo se conformó por dos
mujeres y tres hombres. El trayecto en el automóvil del compañero fue muy
propicio para integrarnos como equipo, además para establecer la comunicación
necesaria que garantizara la efectividad del trabajo que íbamos a desempeñar.
Así que el camino, un poco largo, se prestó para que cada uno nos presentáramos
y habláramos acerca de la parte de la capacitación que estaba a nuestro cargo.
Una compañera nos dijo su
nombre. Al escucharlo, hubo un prolongado silencio por parte de los
interlocutores… Entonces, se me ocurrió romper el mutismo: “Nunca había
escuchado ese nombre. ¿Qué origen tiene? ¿Cuál es su significado?”. Para dar
respuesta, ella comentó que sus padres la habían bautizado a partir de componer
su nombre con las primeras sílabas de los suyos, así como de los abuelos y
abuelas, por parte de padre y madre… Lo que formaba una palabra como:
“Roterisamega” o algo así…
Inteligentemente, optamos
por cambiar el tema de conversación.
Bajamos del VW, las 5
personas que lo habíamos abordado para llegar al domicilio señalado… Los perros
nos habían dejado petrificados… entre sortear los charcos y quedarnos
quietecitos ante los animales, el temor nos invadió. Decían que ese era un
rumbo bravo… que ahí “degüellan con tortilla dura…”.
Un vecino de esa calle se
acercó para preguntarnos qué queríamos, a qué íbamos… Le tuvimos que contar la
historia y, se convirtió en nuestro salvador… evitó que los perros de esa
calle, nos atacaran.
Llegamos al domicilio con el
corazón acelerado y tuvimos el primer contacto con las costureras.
Ha pasado el tiempo, Ses y
yo recordamos este pasaje de nuestra vida y nos reímos agradablemente, sin
dejar de inventar cómo sería nuestro nombre con la primera sílaba de los de
papá, mamá, abuelo, abuela, tío, tía y demás parientes que se nos ocurren…
Tener un empleo es lo más maravilloso que puede tener un ser humano. El trabajo dignifica al hombre. Ser facilitador también es reconfortante, pues viertes tus conocimientos a personas que carecen del conocimiento en la materia. En mi opinión es un trabajo fascinante
ResponderBorrarGracias, Jorge Argüelles, por tu comentario. Efectivamente, carecer de trabajo es una experiencia tremenda, se sufre pero también se aprende... Abrazos.
BorrarPARA VARIAR EXCELENTE RELATO Y ADEMAS ENTRETENIDO, PERO ME QUEDE EN ASCUAS, (BROMA), ADEMAS COMO SIEMPRE, SE TE FACILITA LLEVARLO A UNO DE LA MANO, ABRAZOS, BESOS Y SALUDOS---ROGELIO.
ResponderBorrarGracias, Rogelio Verduzco Castellanos, por tu comentario. Es entretenido, como tú lo percibes... haberlo experimentado me dio muchos aprendizajes... Ahora, cuando nos acordamos, nos da risa... Abrazos.
BorrarHay un dicho, algo vulgar, que reza: “Si el trabajo es salud, pues que trabajen los enfermos”. Cuantos en el mundo no quisieran estar enfermos. El trabajo, desde que surgió el hombre sobre la faz de la tierra, es lo que nos ha permitido llegar al hoy.
ResponderBorrarGracias, Abelardo Torres, por tu comentario. El desempleo y la falta de ingresos económicos es una situación estresante... lo bueno que fue pasajera... esta anécdota ahora nos causa mucha risa... Abrazos.
BorrarEl desempleo se propicia desde el inicio de nuestra actividad económica , en alguna ocasión le aconsejé a un joven que empezaba profesionalmente que no fuera a la entrevista de trabajo, que en ese momento de su vida estaba en la posibilidad de empezar su futuro ya que no tenia nada, aún ignoro porque me hizo caso, pero después de 15 años de ser su propio jefe es empleador de más de 50 personas y, como debes de supones nunca ha estado desempleado y hoy es buen profesionista
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