ADIVINA QUÉ…

Irma Barquet

Hace muchos años, tuve la osadía de ir a que me “leyeran las cartas”, atraída por la curiosidad de saber cuál era la razón por la que estaba viviendo aquellas situaciones poco gratas y por tener alguna idea de cómo resolverlas, además se presentó la oportunidad de que mi amigo Toñito conocía a la persona idónea para que fuera mi consejera en ese momento.

Las buenas intenciones de Toñito fueron tales que él mismo me acompañó a la casa de Grecia, quien vivía en un departamento en una colonia ubicada en la ciudad de México. Dirigimos nuestros pasos hacia allá…

Grecia era una mujer entrada en años, con un carisma indescriptible. Presumía de haber encontrado a su “alma gemela”, con quien compartía los días de su vida: un hombre que, aparentemente, era menor que ella, con una estatura envidiable, además de un trato muy amable.

Toñito me presentó con Grecia quien se encargó de hacerme sentir muy bien recibida y después de hacer una leve plática tipo rapport, me condujo a una habitación que tenía acondicionada para echar las cartas. Utilizaba un juego de tarot de Marsella, que consta de 78 cartas, entre las que se encuentran 22 arcanos mayores y 56 menores. Estos naipes estaban verdaderamente gastados, ella aludía a que habían sido reparados por su esposo, sin embargo, no perdían su colorido además de estar pletóricos de simbología.

Una vez instaladas ante una mesita, una frente a la otra, Grecia sacó una caja con paños de varios colores, para que yo eligiera el que más me gustara para que, sobre éste, me echara las barajas… Siempre me ha gustado el color rojo y fue el que se utilizó en esa ocasión.

Nunca olvidaré el impacto que me causó escuchar a Grecia hablar sobre mi persona como si me hubiera conocido de toda la vida… Hacía las afirmaciones más contundentes sobre mi infancia, mi juventud, mi familia, en especial sobre mi padre… en fin, sus palabras fueron porrazos que me impresionaban… ¡Ella no me conocía… nunca me había visto!

Los 22 arcanos mayores o triunfos del tarot de Marsella, están numerados del 1 al 21 y el último no tiene número, es “el loco”. Son las 22 energías del universo, en todos sus planos: material, espiritual y divino. 56 son los arcanos menores u honores, divididos en bastos, oros, copas y espadas, cuyas representaciones son cabalísticas.

Es increíble cómo Grecia pudo acercarse tanto a mi historia personal a través de las barajas. La interpretación que les dio fue verdaderamente sorprendente. La primera tirada fue la “astrológica”, en la que se acomodan boca abajo, 12 barajas que representan las casas de la astrología, por supuesto, yo las manipulé con el fin de revolverlas… Yo me involucré muchísimo en este “juego”, no quería perderme ni el más mínimo detalle… me mortificaba no tener la capacidad de aprehender las palabras que escuchaba.

Posteriormente, la tirada fue “temática”. En ésta entran en juego solo 5 arcanos acomodados como en cruz, cada uno representa la respuesta a los tres cuestionamientos que se hacen y que se espera conocer la receta secreta para resolverlos.

Hicieron su entrada triunfal “el emperador”, “la sacerdotisa”, “el carro”, “el ermitaño”… cada uno con un significado… aparecían ordenados e invertidos… la sota, el caballo, la reina y el rey, que hacen evidentes los cuatro mundos: la emanación, la creación, la formación y la acción, representados por las copas, las espadas, los bastos y los oros…

Grecia interpretaba cada carta… expresaba ideas que me parecían inesperadas… “¿cuál es la respuesta concreta?”, pregunta que rondaba mi pensamiento… me dio recomendaciones importantes y no faltó el dato adivinatorio, lo que el destino me deparaba…

“… te espera una vida llena de éxito… eres una persona muy afortunada… tendrás que cuidar cada movimiento que hagas y pensarlo más de una vez, antes de hacerlo…”.

Adivina qué… ¡ya no recuerdo lo que me dijo!