EL ATENEO
Irma Barquet “¡Ché, pibe! Buenos días, querido, ¿cómo amaneciste?” Le dije con mucho entusiasmo, como todas las mañanas que le tocaba estar en la Recepción del hotel donde me hospedé. Con esos bellos ojos claros y la sonrisa tan amplia y cálida que jamás hubiera esperado, dirigía sus palabras a mí: “Hola, Irma, ¿cómo andás?... ¿qué vas a hacer hoy?”. “Quiero ir a conocer algún lugar que sea muy lindo, aquí, en tu ciudad”, le contesté… Se quedó un poco pensativo, sin dejar de tener contacto visual conmigo, me dijo: “vos tenés cara de que te gustará El Ateneo… el recinto más hermoso de Buenos Aires, donde se ofrecen toda clase de libros…”. “¿Cómo sabes que me gustan los libros?”, le pregunté. “Ya sabés que tengo buen ojo… además soy muy perceptivo”. Como cada mañana, César, se convertía en el mejor guía de turistas, me indicó con mucha precisión hacia dónde debía caminar para llegar a El Ateneo, ubicado en la Avenida Santa Fe, en un día esplendoroso, con el clima calie