Irma Barquet Escudriñé, hurgué, quizá de una manera irreverente, lo más profundo de tu relación epistolar… magnífica… parece que toma matices de prohibida, de clandestina, pero también de permitida… Me sentí maravillada con la forma en que manifiestas tu amor a ella, sin dejar de soslayo todo lo que hablas acerca de tu persona. Imposible resistirme a tus palabras: “… uno debería tomarle el rostro entre las manos y mirarla largamente a los ojos, para que usted se reconociera en los ojos que la contemplan…” , seguramente cualquier persona se sentiría privilegiada al despertar tal sentimiento… Conocer lo más recóndito de tus sentimientos hacia esa mujer, cuando le dices: “… en la cama, en cambio, en lugar de sueño uno tiene las ocurrencias más felices”. Comprendo, al haber pasado insomne tantas noches… cuando se agolpan las ideas, las mortificaciones y los deseos… Lo que para ti significa su nombre, es una manera de hacer sublimes tus pensamientos y sentimientos hacia