Irma Barquet “¡Niñas, ya llegó su mamá!” Dijo con voz muy audible la abuela, dirigiéndose a sus nietas, cuando vio que su hija entraba a la vivienda de Ciudad Jardín. “Vayan a saludarla… ella trabaja como una condenada para que a ustedes no les falte nada… ándale… vayan, vayan…”. Aída Casablanca fue una bailarina y actriz de la época de oro del cine mexicano. Ese era su nombre artístico. Nació en el primer tercio del siglo XX, en el seno de una familia tradicional y convencional, con muy buena posición socioeconómica. Estudió danza clásica en Bellas Artes, en la ciudad de México, desde que era una niña. El ballet se le instaló hasta la médula, siendo ésta su principal forma de vivir, de disfrutar y de abrirse camino para su gran futuro. Era la menor de una familia muy numerosa. Sus padres, sus hermanos y hermanas cuidaban mucho de ella, por lo que normalmente su mamá era quien pasaba por ella después de las clases de ballet en Bellas Artes. Aída se empeñaba en ser