BESOS DE OSOS
Irma Barquet Salí a tu encuentro, como si fuera la última vez que te aparecieras ante mis ojos. Todo brillaba de una manera excepcional. La cotidianidad del contexto, los objetos del lugar, parecían como siempre, pero no… había un halo inefable, sólo perceptible a mis sentidos. Un estrecho abrazo lo decía todo… era, sin lugar a dudas, una despedida. No sabía cuándo volvería a verte… Nuestros corazones entraron en contacto. Fue algo especial. La noche era radiante. Imposible dejar de disfrutar la sensación, hubiera sido un verdadero despilfarro. La vibración del cosmos fue recibida sin objeciones, así… natural. La luz emitida por aquella luna entera, enorme, brillante, que se encontraba rodeada de aterciopeladas nubes, nos bañaba con su encanto… De pronto, en medio de aquel abrazo duradero, bonito, cálido, aquellos nimbos tomaron la forma de osos, que, con cariño, se acercaban a la luna repetidamente, como si besaran su aureola. Ha sido la mejor despedida.